«Las divisiones entre los cristianos, además de herir a la Iglesia, hieren al mismo Cristo»

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Diversas razones han conducido a la separación. Pero, de un modo u otro, tras estas heridas, siempre aparecen la soberbia, el egoísmo, que nos vuelven intolerantes e incapaces de escuchar y aceptar a quien tiene un punto de vista diverso.  ¿Cuál es nuestra actitud frente a tantas personas que, compartiendo nuestra fe en Cristo, pertenecen a otros confesiones o tradiciones?, preguntó el Obispo de Roma, en la Plaza del santuario de San Pedro, colmada de fieles y peregrinos del mundo, en la Catequesis dedicada a los cristianos no católicos. Radio Vaticana nos ofrece el texto completo de la catequesis del Papa
La Iglesia: los cristianos no católicos
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En las últimas catequesis, hemos tratado de sacar a la luz la naturaleza y la belleza de la Iglesia, y nos hemos preguntado qué comporta para cada uno de nosotros el ser parte de este pueblo, pueblo de Dios, que es la Iglesia. Pero no debemos olvidar que hay tantos hermanos, que comparten con nosotros la fe en Cristo, pero que pertenecen a otras confesiones o a tradiciones diferentes de la nuestra. Muchos se han resignado a esta división – también dentro de nuestra Iglesia católica se han resignado – que en el curso de la historia, a menudo ha sido causa de conflictos y de sufrimientos: ¡también de guerras eh! ¡Esta es una vergüenza! También hoy las relaciones no son siempre marcadas por el respeto y la cordialidad. Pero, me pregunto: ¿nosotros, cómo nos presentamos de frente a todo esto? ¿También nosotros estamos resignados o somos incluso indiferentes a esta división? ¿O más bien creemos firmemente que se puede y se debe caminar en la dirección de la reconciliación y de la plena comunión? La plena comunión, es decir, poder participar todos juntos en el cuerpo y la sangre de Cristo. 

La división entre cristianos, mientras hieren a la Iglesia, hieren a Cristo y nosotros divididos herimos a Cristo: la Iglesia, en efecto, es el cuerpo del cual Cristo es la cabeza. Sabemos bien cuánto deseaba Jesús que sus discípulos permanecieran unidos en su amor. Es suficiente pensar en sus palabras referidas en el capítulo décimo séptimo del Evangelio de Juan, la oración dirigida al Padre en la inminencia de la pasión: “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me diste, para que sean uno como nosotros” (Jn, 17,11). Ésta unidad estaba ya amenazada mientras Jesús estaba todavía entre los suyos: en el Evangelio, en efecto, se recuerda que los apóstoles discutían entre ellos sobre quién fuera el más grande, el más importante (cfr Lc 9,46). 

Pero el Señor, ha insistido tanto en la unidad en el nombre del Padre, haciéndonos entender que nuestro anuncio y nuestro testimonio serán más creíbles cuánto más nosotros, en primer lugar, seremos capaces de vivir en comunión y de amarnos. Es lo que sus apóstoles, con la gracia del Espíritu Santo, comprendieron después profundamente y cuidaron, tanto que San Pablo llegará a implorar la comunidad de Corinto con estas palabras: “Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir” (1 Cor 1,10).

Durante su camino en la historia, la Iglesia es tentada por el maligno, que trata de dividirla, y por desgracia se ha visto afectada por separaciones graves y dolorosas. Son divisiones que a veces se han prolongado en el tiempo, hasta hoy, por lo cual ahora resulta difícil reconstruir todos los motivos y sobre todo, encontrar soluciones posibles. Las razones que llevaron a las fracturas y separaciones pueden ser muy diferentes: desde las diferencias sobre principios dogmáticos y morales y sobre concepciones teológicas y pastorales diversas, a los motivos políticos y de conveniencia, hasta los enfrentamientos debidos a antipatías y ambiciones personales… Los que es cierto es que, en un modo o en el otro, detrás de estas laceraciones están siempre la soberbia y el egoísmo, que son causa de todo desacuerdo y nos hacen intolerantes, incapaces de escuchar y aceptar a aquellos que tienen una visión o un posición diferente de la nuestra.

Ahora, de frente a todo esto, ¿hay algo que cada uno de nosotros, como miembros de la santa madre Iglesia, podemos y debemos hacer? Ciertamente, no debe faltar la oración, en continuidad y en comunión con la de Jesús, la oración por la unidad de los cristianos. Y junto con la oración, el Señor nos pide una renovada apertura: nos pide no cerrarnos al diálogo y al encuentro, sino captar todo aquello que de válido y positivo se nos ofrece también por quienes piensan diferente de nosotros o se ponen en una diferente posición. Nos pide no fijar la mirada en lo que nos divide, sino más bien en lo que nos une, tratando de conocer mejor y amar a Jesús y compartir la riqueza de su amor. Y esto conlleva concretamente la adhesión a la verdad, junto con la capacidad de perdonarse, de sentirse parte de la misma familia cristiana, de considerarse el uno un don para el otro y hacer juntos muchas cosas buenas, y obras de caridad. 

Es un dolor, pero hay divisiones, hay cristianos divididos, nos hemos dividido entre nosotros. Pero todos tenemos algo en común: todos creemos en Jesucristo el Señor, todos creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, y en tercer lugar, todos caminamos juntos, estamos en camino. ¡Ayudémonos los unos a los otros! Tú piensas así, tú así…Pero, en todas las comunidades hay buenos teólogos: que ellos discutan, que ellos busquen la verdad teológica, porque es un deber; pero nosotros caminemos juntos, rezando los unos por los otros, y haciendo las obras de caridad. Y así hacemos la comunión en camino, esto se llama: ecumenismo espiritual. Caminar el camino de la vida todos juntos en nuestra fe, en Jesucristo nuestro Señor. 

Se dice que no debe hablarse de cosas personales, pero, no resisto a la tentación…Estamos hablando de comunión, comunión entre nosotros, y hoy, estoy muy agradecido al Señor, porque hoy ¡hace 70 años que hice la Primera Comunión! Pero, hacer la Primera Comunión todos nosotros debemos saber que significa entrar en comunión con los otros, en comunión con los hermanos de nuestra iglesia, pero también en comunión con todos aquellos que pertenecen a comunidades diferentes, pero creen en Jesús. Agradezcamos al Señor, todos, por nuestro bautismo, agradezcamos al Señor todos, por nuestra comunión, y para que esta comunión sea al final una comunión de todos juntos.
Queridos amigos, ¡entonces vamos hacia adelante hacia la unidad plena! La historia nos ha separado, pero estamos en camino hacia la reconciliación y la comunión. Y esto es verdad, ¡esto tenemos que defender! ¡Todos estamos en camino hacia la comunión! Y cuando la meta nos pueda parecer demasiado lejana, casi inalcanzable, y nos sintamos atrapados por el desaliento, nos anime la idea de que Dios no puede cerrar su oído a la voz de su propio Hijo Jesús y no cumplir con sus y nuestras oraciones, para que todos los cristianos sean verdaderamente una sola cosa. Gracias.

Texto completo del resumen de la catequesis del Papa en nuestro idioma:
Queridos hermanos y hermanas:

Hay muchas personas que, compartiendo con nosotros la fe en Cristo, pertenecen a otras confesiones o tradiciones. Ante esta situación, que a lo largo de la historia ha sido con frecuencia causa de conflictos y sufrimiento, ¿cuál es hoy nuestra actitud? ¿Nos resignamos, somos indiferentes? ¿O creemos que es posible caminar hacia la reconciliación y la plena comunión?

Las divisiones entre los cristianos, además de herir a la Iglesia, hieren al mismo Cristo, que, antes de su muerte, rogó encarecidamente al Padre por la unidad de todos los discípulos.

Diversas razones han conducido a la separación. Pero, de un modo u otro, tras estas heridas, siempre aparecen la soberbia, el egoísmo, que nos vuelven intolerantes e incapaces de escuchar y aceptar a quien tiene un punto de vista diverso. 

Como miembros de la Iglesia, en primer lugar, estamos llamados a rezar, como lo hizo Jesús, por la unión de los cristianos. Y, además, el Señor nos pide que no nos cerremos al diálogo y al encuentro, sino que estemos abiertos a todo aquello que es valioso y positivo en quienes no piensan y actúan como nosotros, que no nos quedemos en lo que nos divide, sino que acentuemos lo que nos une: Jesús y la riqueza de su amor. Y que caminemos juntos en el camino de la vida, rezando juntos, ayudándonos juntos. De Jesús aprenderemos a perdonar, a sentirnos parte de la misma familia, a considerarnos un don para los demás y a realizar juntos tantas cosas buenas, tantas obras de caridad por el bien común.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Panamá, Argentina, Puerto Rico, México y otros países latinoamericanos. Les invito a rogar al Señor para que todos lleguemos a ser en verdad una sola familia. Muchas gracias.

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Comentarios
0 comentarios en “«Las divisiones entre los cristianos, además de herir a la Iglesia, hieren al mismo Cristo»
  1. Yo creo en la Iglesia que cristo fundó hace dos mil años y que es una, santa y católica. Ademas creo que contra esa Iglesia las puertas del Infierno no prevalecerán. Y en consecuencia creo que es imposible que la iglesia está dividida. Lo que sí creo es que hay muchos bautizados que prefieren una secta herética a la Iglesia de Jesucristo. Y para estos, a menos que se arrepientan y vuelvan a la iglesia, no hay salvación, pues fuera de la Iglesia no hay salvación.

    Por eso rezo yo: para que los bautizados caídos en la herejía vuelvan a la Iglesia, y no por cosas ‘raras’ como la Iglesia sea Una, cuando nunca dejó de ser una.

  2. A CRISTO NO LE HIEREN LAS DIVISIONES QUA DIVISIONES.
    A CRISTO LE HIEREN LAS HEREJÍAS Y LAS APOSTASÍAS.
    ESTOY HARTO DE PARALOGISMOS Y DE APORÍAS AL RESPECTO.
    HEREJES Y CISMÁTICOS,ROMPEN LA INCONSÚTIL TÚNICA DE LA IGLESIA,HACIENDO MUCHO DAÑO.PERO LOS HIJOS FIELES,QUE NO HACEN NI LO UNO NI LO OTRO,SON LA ALEGRÍA DEL SEÑOR.
    EL ECUMENISMO SALVAJE QUE LLEVAMOS 50 AÑOS PADECIENDO,COMO BUEN HIJO QUE ES DEL RELATIVISMO,PRETENDE PONER AL MISMO NIVEL VERDAD Y ERROR,BONDAD Y MALICIA,BELLEZA Y FEALDAD…¡Y NADA MÁS FALSO!PARTIR DE TAL TESIS,PARA HACER UNA UNIDAD DE COMPROMISO,ES UNA FARSA:PORQUE LA UNIDAD NO NACE DE CONVENIOS,SINO DE PROFESAR LA MISMA Y ÚNICA VERDAD.
    Ramblas,Cardenal Pasquino.

  3. YA LA ESCRITURA ESTÁ PLAGADA DE CITAS DEL «RESTO»DE ISRAEL.
    LUEGO ESTAMOS PREVENIDOS.
    HACE DOS DÍAS,SE NOS CONTABA AQUÍ ALGO IMPRESIONANTE:DE LOS DEPORTADOS A BABILONIA,SÓLO UNA EXIGUA PARTE FUE FIEL AL SEÑOR-LOS ANAWIN-,EN TANTO QUE LOS DEMÁS PASTELEARON,SE INTEGRARON,Y ACABARON SIENDO PAGANOS.
    SUGERENTES LAS LECCIONES QUE NOS SA LA HISTORIA SAGRADA Y LA HISTORIA DE LA IGLESIA…

  4. Esto esta muy bien. Hay que fomentar la unidad, y para ello los jefes de la Iglesia lo mejor que podrían hacer es ser justos, coherentes, claros y sencillos como lo era Nuestro Señor Jesucristo. Eso pasa por dar ejemplo, no salirse de la doctrina ni permitir que altos cargos de la Iglesia lo hagan, y no solo en cuestiones de pederastia que es lo que ahora esta de moda, sino en cualquier cosa grave que sea pecado o atente contra la doctrina y por tanto cause escandalo.
    Otra cosa indispensable es que los pastores se esfuerezen con hechos por ser justos y equitativos, por ejemplo no permitiendo que muchos religiosos católicos hagan lo que les da la gana dando mal ejemplo flagrante, y actuando con la misma celeridad (aunque respetando las normas del derecho canonico) con que han atacado al Obispo Livieres o a los Franciscanos de la Inmaculada. Y digo atacar, porque lo que han hecho no es de recibo es un verdadero ataque, y como dijo el Obispo, el Papa tendrá que dar cuenta a Dios no a mi. Me parece muy fuerte y yo si fuese el Papa me preocuparía que una persona recta y cabal como ese Obispo dijera eso de mi. Es que estoy haciendo algo muy mal.
    Parece que este sermon en apaciencia inocuo trata de culpabilizar a los que no queremos tragarnos ciertas ruedas de molino.
    Santidad somos muchos los que llevamos en la Iglesia toda la vida, algunos mas viejos que usted, y queremos seguir en ella. Nunca nos hemos movido de ella, ahora si alguien como decía San Pablo a los galatas anuncia evangelios falsos, no lo vamos a aceptar, y no seremos nosotros los que nos separemos o dividamos, seran lo falsos profetas, los que se habran salido de la iglesia, tengan el cargo que tengan.
    Unidad si, pero no a base de comulgar con la herejía, que ahora promueve Kasper y sus adláteres. Unidad en la doctrina de Cristo y en el Evangelio.

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