Livieres pide a sus seminaristas que sean fieles al Magisterio y la Tradición

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obispo de ciudad del esteEl Obispo de Ciudad del Este, que acaba de ser destituido por el Papa, ha remitido una carta a los seminaristas de la diócesis. Carta-seminaristas

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  1. Como dice Federico Mihura Seeber, el gran problema de la persecución de los últimos tiempos es que habrá perseguidos y mártires que no parecerán mártires porque quienes los persigan serán quienes deberían alentarlos en la fe…
    El P. Alberto Ezcurra nos enseñaba que ante el martirio no podemos ser indiferentes:
    «qué enorme diferencia hay entre la actitud que tenían los cristianos en los primeros siglos y la actitud que tenemos los cristianos en este siglo frente al problema del martirio, frente a la Iglesia que sufre. Con todo lo que yo he mencionado así, muy al pasar y sobre todos los que se podrían agregar otros datos; en nuestro siglo ha habido cientos de miles, de millones de mártires, es decir de cristianos católicos que han entregado su vida por Cristo y que la siguen entregando.
    Existía, entonces, esa veneración, que encuentra la fuerza en el ejemplo de los mártires; que tiene lugar con las primeras canonizaciones. Después empezó a darse culto a los confesores, es decir a aquellos que habían defendido la fe y que por la fe habían sido encarcelados o perseguidos, pero que no habían llegado hasta el derramamiento de sangre. Y luego a las vírgenes y todas las otras especies de santos. Eso era en los primeros siglos, cuando se vivía bajo la persecución.
    En nuestro siglo existe el silencio, existe la indiferencia. Los mártires, que dan testimonio en un mundo como el nuestro, en un mundo hecho a la trenza, hecho al compromiso, hecho a las medias tintas, hecho a la cobardía; en un mundo en el que las verdades duras se tratan de disimular o se tratan de ocultar, el testimonio es algo que duele, es algo que molesta, es algo que resulta incómodo. Y los mártires a veces se transforman en tipos molestos, como para Herodes era un tipo molesto Juan el Bautista que le echaba en cara: «no te es licito vivir con la mujer de tu hermano».
    San Pablo decía, hablando que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo: «Cuando un miembro sufre todos los otros miembros se preocupan» por ese miembro que está sufriendo. Es algo que comprobamos en nuestro propio cuerpo, si a uno le pisan el dedo gordo del pie inmediatamente todo tiende hacia ahí, las manos, la vista, todos se preocupan por el miembro. Y San Pablo lo aplicaba a la Iglesia como el Cuerpo Místico de Cristo. «¿Quién sufre que yo no sufra? ¿Quién se alegra que yo no me alegre?». Era alegrarse con aquellos que se alegran y sufrir con aquellos que sufren. La preocupación por todas las Iglesias tenía San Pablo. Y con los medios de comunicación de aquella época, desde una Iglesia hacían colectas para enviar a los cristianos que sufrían dificultades en otra Iglesia.
    Existía ese sentido de cuerpo y, en ese cuerpo el miembro más delicado, el miembro sufriente; es el que merece mayor atención. Entonces debería ser algo verdaderamente escandaloso en nuestro tiempo esa ignorancia; ese silencio sobre la suerte de los mártires que al hacer que nos falte ese ejemplo nos crea un cristianismo flojo, un cristianismo cobarde, un cristianismo incapaz de dar la cara, de dar testimonio. No es que nos falte el ejemplo: lo silenciamos.
    El cardenal Wyszynski de Polonia, al cual el Papa Juan Pablo II reconoce como su maestro, dijo una vez palabras muy duras sobre esto: «No existe la Iglesia del silencio», la Iglesia del silencio en los países ocupados por el comunismo, «no existe la Iglesia del silencio, lo que existe es la Iglesia de los sordos, la Iglesia de Occidente» (…)
    El mártir, en un mundo de compromiso, en un mundo de cobardía, en un mundo de medias tintas se transforma en un tipo molesto».

  2. Que Dios nos ilumine para saber donde están los buenos maestros, y que también ilumine a los actuales mártires y les de consuelo. Son tiempos de confusión,¡ que el Espíritu Santo nos ilumine a todos!

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