La visita del Papa Francisco a Corea ya empieza a anunciar algunas sorpresas. Como hemos publicado en Infovaticana, el Santo Padre visitará un centro de rehabilitación llamado Casa de la Esperanza el día sábado por la tarde. Se espera que la visita esté cargada de gran emotividad debido a la enorme sensibilidad del Papa hacia los que más sufren. La Casa de la Esperanza es uno de los mayores testimonios de caridad cristiana en Corea, albergando a cerca de cuatro mil necesitados en sus distintas dependencias. En dicho centro, la Congregación de los Hermanos y Hermanas de Jesús de Kkottongnae trabaja con un enorme equipo de voluntarios laicos, que junto a los cientos de religiosos y religiosas, atienden a niños huérfanos, menesterosos y con problemas de salud, dan hospedaje y alimento a vagabundos, atienden y hospedan a ancianos abandonados, dan rehabilitación a discapacitados, y atienden a las almas de sus más de cuatro mil desamparados.
Sin embargo, hay una parte de esta visita que no se encuentra en el programa oficial, y es que, según ha sido publicado por la CNA (Catholic News Agency), la Casa de la Esperanza contiene dentro de sus instalaciones un cementerio para víctimas del aborto, ante el cual se espera que el Santo Padre rece por todos los niños no nacidos. El cementerio está presidido por una estatua de la Sagrada Familia y su presencia en la Casa de la Esperanza no es casualidad. Los hermanos y hermanas de la Congregación de Kkottongnae saben muy bien acerca de la importancia de esta tragedia en la sociedad, ellos se dedican a atender casos límites, y por ello saben distinguir la tragedia donde se encuentra.
En Corea, la conciencia acerca de la tragedia que representa el aborto crece día a día, al ser uno de los países con mayores índices de víctimas de aborto en el mundo. En los años noventa, el gobierno de la República de Corea promovía la práctica del aborto como política contra la sobrepoblación. Actualmente, el gobierno intenta revertir la medida debido al envejecimiento de la población y la exagerada reducción de nacimientos. Aunque no existen cifras exactas, se estima que 340 mil niños coreanos mueren anualmente víctimas del aborto.
Este gesto del Papa Francisco en el cementerio de Kkottongnae responde a su discurso habitual sobre el aborto. En abril de este año, el Papa habló del aborto y el infanticidio como «crímenes abominables» y en marzo de este año, expresó su desconcierto ante el altísimo número de niños abortados en España: «los obispos españoles me han hablado de la cantidad de abortos. ¡El número! ¡Yo me quedé helado!». Ahora, el Santo Padre aprovechará su visita a Corea para rezar por estas víctimas en uno de los pocos lugares en el mundo construidos para recordarlas.
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El papa Francisco, al igual que cualquier fiel católico de cualquier condición y del lugar que sea o fuere, puede ser mejor, en efecto: más santo: más enérgico en sus anuncios y «condenas» a la luz del Evangelio, en sus exhortaciones, en el ejercicio de su carisma petrino, en su amor filial y dócil a Cristo y a su Iglesia, en la virtud personal de su vida, etcétera.
Sin embargo, el que tenga previsto rezar, en el transcurso de su próxima visita a Corea, en un cementerio de víctimas del aborto, me parece formidable. Porque es muy probable pero que muy muy probable que ese gesto papal de hacer oración sobre el escenario en que se hace «real» ese monstruoso drama que es el aborto, signifique principalmente esto: no hay fisuras en el pensamiento del Papa argentino sobre la ilegitimidad del aborto, desde la perspectiva de la moral católica.
Y en esto particular de su enérgico rechazo al aborto, sin duda el Papa nos confirma en la fe a los católicos.
Pues el jesuita Juan Masiá acepta el aborto en algunos supuestos, Maite C. y creo que el exclaretiano Benjamín Forcano, también. Entre otros pensadores católicos «heterodoxos». De modo que aunque pueda parecer de Perogrullo, ante el lío doctrinal que impera en la Iglesia actualmente, no está de más reconocer esto, creo.