Lo ha desmentido el propio postulador de la canonización del papa polaco, Slawomir Oder, en una conferencia sobre la canonización del próximo domingo.
(Vatican Insider) «He leído con disgusto en la prensa fragmentos del testimonio del cardenal Carlo Maria Martini, interpretados en clave de una oposición a la santidad de Juan Pablo II: se trata, seguramente, de una clave de lectura incorrecta y no verdadera». Lo afirma el postulador de la causa de canonización de Karol Wojtyla, monseñor Slawomir Oder, durante la conferencia sobre las canonizaciones de Juan Pablo II y Juan XXIII, que pronunció en compañía del responsable de la causa de Papa Roncalli, el padre Giuseppe Califano, en el Aula Juan Pablo II en el Vaticano. «Simplemente, debemos estar conscientes de que existen diferentes maneras de pensar sobre la oportunidad de canonizar a los Papas –explicó Oder. Pero este es un razonamiento más general», por lo que no se puede aplicar al caso específico de Juan Pablo II.
También el padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, precisó que «el cardenal Martini recordaba que existe una discusión más amplia sobre el hecho de las canonizaciones de los Papas y, por lo tanto, sobre la oportunidad de proclamar santo a un Papa. Pero esta no era una toma de partido», ni sobre el tema en cuestión, ni mucho menos en cuanto al caso específico de la canonización de Juan Pablo II.
Durante el encuentro, al hablar sobre el Papa polaco, Oder afirmó que «Karol Wojtyla tenía la percepción del peso de santidad que debía dar él mismo a su vida, y esto era percibido por la gente y por los fieles». «Era muy reflexivo –añadió–, con una gran actitud hacia la oración y hacia la meditación. Su vida –observó– tenía que estar organizada de manera que fuera la manifestación de la gloria de Dios».
Oder recordó que Wojtyla «se formó en la escuela del sufrimiento, y su espiritualidad tiene un fuerte elemento mariano. El seminario fue su “casa” familiar: la herencia más preciosa que tuvo de sus padres espirituales fue la sencillez de la fe».
Oder también dijo que «Papa Juan Pablo II tenía esa profundidad mística de quienes han encontrado en Dios la fuente de sus vidas. Con confianza en el ánimo humano, también se daba cuenta de los límites de la humanidad, encarnados por los regímenes nazi y comunista que conoció de cerca».
Sobre Roncalli, Califano subrayó que «los fieles reconocieron inmediatamente el perfume de santidad de Papa Juan XXIII, que tanto en sus escritos como en sus acciones, como seminarista, sacerdote, obispo y Papa, siempre se propuso con un espíritu de santidad auténtico».
«Los rasgos particulares de su santidad –prosiguió– son las sencillez, la mansedumbre y el abandono a la Providencia Divina. La expresión “pastor y padre” condensa su espiritualidad: una mezcla de bondad, de cordialidad, de mansedumbre, de alegría y de generosidad que se conjugan en la expresión “Papa bueno”, con la que la gente lo identificaba» (tanto los creyentes como los no creyentes).
Según Califano, «otro binomio que sintetiza la santidad de Papa Juan XXIII es “obediencia y paz”, elegido incluso como lema de su pontificado. Obediencia es desempeñar en la Iglesia el servicio que le era exigido, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia. Paz es la raíz de su santidad que llevó a todo el mundo».
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