Gotti Tedeschi: «El Papa debe conocer mi verdad sobre el IOR»

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El que fuera Presidente del IOR rompe su silencio en una entrevista. «Mi destitución fue una barbaridad. Se han dicho muchas falsedades». 

No ha pasado tanto tiempo, menos de 2 años, desde aquel tsunami y sin embargo mirando hacia atrás algunos aspectos de aquella historia siguen siendo un misterio. Incomprensibles. Para empezar aquellos 23 millones de Euros embargados por la procuraduría de Roma de una cuenta del Crédito Artigiano a nombre del IOR (dinero sólo desembargado recientemente), después las sucesivas batallas por el control del IOR y finalmente el retroceso de las leyes promulgadas por Benedicto XVI para introducir serios controles en las finanzas vaticanas. Lástima que después la ley fue cambiada rápidamente por otros, y sólo con la llegada de Francisco ha vuelto al impulso inicial. En definitiva, un enredo que se está arreglando lentamente sólo por la firmeza de Bergoglio, decidido más que nunca a llevar a término el proceso de transparencia iniciado en su momento por Benedicto XVI. Ettore Gotti Tedeschi, hasta el 24 de mayo de 2012 presidente del IOR, ha roto su silencio que se había impuesto para lanzar una llamada al Papa: Quiere verle y contarle personalmente lo que sucedió. Las heridas se deben subsanar y la verdad puede servir al camino emprendido por el Pontífice.

¿Qué espera usted de la Iglesia?

El 2013 ha sido un año de grandes eventos. Me refiero a la dimisión de Benedicto XVI y a la elección de Francisco. En suma me refiero a eventos de enorme influencia que han impuesto una profunda reflexión. Es difícil no pensar, por ejemplo, en las grandes cuestiones de la transparencia financiera. Una reflexión que con el Papa Francisco está destinada a continuar de manera consistente, exactamente como la había iniciado el Papa Benedicto XVI cuando fui llamado por él a dirigir el IOR.

Y ha llovido mucho desde entonces…

Sí, ciertamente. Y se han dicho muchas cosas, pero muchas otras todavía no han sido dichas y estoy seguro de que el Papa está haciendo todo para entender mejor la sucesión de aquellos acontecimientos. Yo estoy sereno, siempre he servido a la Iglesia con lealtad y honestidad y así seguiré haciéndolo.

¿Qué significó para usted su destitución de la presidencia del IOR?

Es difícil sintentizar en pocas líneas un terremoto de tal magnitud, no sólo desde un punto de vista profesional sino sobre todo desde un punto de vista humano. En mi vida he sido golpeado por un tsunami, un ciclón inesperado, imprevisto, de una violencia inaudita. En conciencia puedo afirmar que he trabajado de manera recta y transparente, por el bien de la Iglesia, por su futuro, en total espíritu de servicio, con todo el amor posible por Benedicto XVI , al que considero un don de Dios. Ser destituido de ese modo, injusto y brutal, ha causado también muchos males a mi familia, y éste es un aspecto que todavía hoy me causa dolor.

¿Qué repercusiones ha tenido esa destitución en su familia?

Mi mujer, a pesar del sufrimiento que sintió, ha sido la persona que más me empujaba a observar los acontecimientos que se desarrollaron en este tiempo, haciéndome entrever el bien que podía hacer y el sacrificio que se me estaba pidiendo y me animaba a soportar esos males por amor a la Iglesia. Mis cinco hijos, en cambio, han vivido de modo diferente e indirecto los acontecimientos, siempre permaneciendo unidos en la certeza de que se estaba consumando una barbaridad. Lo más devastador ha sido, ciertamente, la voluntad de denigrarme y difamarme, a través de una operación sistemática que me ha desacreditado en lo profesional y en lo personal. Sufrí tratos profesionales que fueron interrumpidos a causa de esto, y tantos amigos, también en el mundo católico, me han dado la espalda. Ha sido como si de repente mi vida no me perteneciese más.

Incluso fue encargada por los líderes del IOR un dictamen psiquiátrico para echarle, del cual se desprendía que usted sufre disfunciones psicopatológicas. ¿Quiere hablar de ello?

Mi vida ha sido picoteada con una crudeza inimaginable, pero la fe me ha ayudado mucho. Las heridas obviamente permanecen pero hay que mirar hacia adelante y con confianza. El Papa Francisco nos guía cada día en esta dirección.

Si mañana se encontrara con el Papa ¿Qué le diría?

Le cogería de la mano y se la mantendría firme, agradeciéndole lo que esta haciendo por la Iglesia. Le pediría también que escuchara lo que tengo que decirle, incluso en confesión, si llegara el caso. Me gustaría estar seguro de que conoce también mi verdad.

¿Cómo ha cambiado esta experiencia su relación con la Iglesia? ¿Cómo ha influido en su fe?

No quiero mentir. En cierto modo ha influido. ¿Sabe cuántas noches sin dormir he pasado? ¿Sabe cuántas veces he hecho retroceder mis lágrimas ante el dolor que la situación ha provocado en mis hijos? Gracias a Dios tengo un buen director espiritual y hoy rezo mucho más por la Iglesia y por el Papa. He elegido al Beato Rosmini como mi protector en el cielo. Rezo sobre todo por mis perseguidores, por mis detractores, por los que me han hecho daño. La misericordia de Dios es infinita y espero que en su corazón se arrepientan, reconociendo los errores cometidos, no solo contra mí. Mi fe ha sido reforzada y ya no es aquella fe inocente que tenía antes. Soy un hombre sereno, que confía en el Papa Francsico.

Fuente: Franca Giansoldati, Il Messaggiero. Traducción de Infovaticana.

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