La Universidad CEU San Pablo afronta un nuevo año electoral

La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) se dispone un año más a elegir a su nuevo presidente o, al menos, a reelegir al actual, Carlos Romero Caramelo, máximo responsable de la institución a día de hoy. El diario digital eldebate.es afirma que aún es pronto para saber si Romero tendrá rival pero que «todas las fuentes consultadas indican que así será por el malestar que reina en la entidad y en sus obras corporativas, que se aglutinan bajo la marca CEU.»

El artículo del citado medio en el que explican los problemas generados por Romero Caramelo:

Desde la elección del actual presidente de la ACdP, Carlos Romero Caramelo, la vida de la asociación así como del CEU en su conjunto ha estado constantemente, según fuentes consultadas por eldebate.es, marcada por las divisiones y tensiones internas debido a las decisiones que el presidente ha tomado. Desde su llegada al poder, muchos miembros de la institución cercanos al anterior presidente, Alfredo Dagnino, así como de personas vinculadas a movimientos religiosos como el Opus Dei, Comunión y Liberación o el Camino Neocatacumental ya no trabajan en el CEU ni ocupan cargos de responsabilidad dentro de la ACdP .

El actual descontento ha permeado también en los profesores «de a pie», desorientados ante el cambio de rumbo que ha experimentado en los últimos años la institución. Entre ellos también se respira un clima tenso y de permanentes pugnas de poder a todos los niveles: desde los departamentos hasta los cargos rectores de la Universidad, pasando por los puestos de responsabilidad de las diferentes facultades.

El malestar también ha alcanzado a los obispos. Los motivos son varios. Por citar algunos, el nombramiento como directivos de personas caracterizadas por una vida privada de dudosa moralidad, a todas luces poco compatible con la fe cristiana. El trato dado a algunos propagandistas trabajadores en algunas obras corporativas, a los cuales han dejado sin trabajo o les han ofrecido puestos incompatibles con sus trayectorias profesionales anteriores. La minusvaloración que se ha hecho de la asignatura que aborda la Doctrina Social de la Iglesia. Las fotografías del director general del CEU con el historiador eclesiástico José María Laboa (de ideas demasiado progresistas según los cánones de laConferencia Episcopal Española)…

Además, las decisiones tomadas por Romero y la tensión creada desde su nombramiento han repercutido negativamente en el funcionamiento tanto de la ACdP como de la Universidad. En la ACdP ya no hay relevo generacional. A su llegada al poder, Romero dinamitó la sección de jóvenes, haciendo huir a una nutrida cantera de aspirantes a propagandistas, que se han desvinculado por completo de la asociación al eliminarse el espacio que se había creado para su maduración tanto espiritual como profesional.

Unos jóvenes que, asimismo, se vieron defraudados al no procesarse sus solicitudes de admisión a la ACdP por avalarles personas cercanas al anterior presidente. Uno de ellos ha narrado a El Debate que “es una pena que se haya tirado por la borda el trabajo de tantos campamentos, tantas convivencias, tantos círculos de formación o tantas charlas en residencias universitarias. Es una lástima que el carisma de Herrera Oria lo haya monopolizado una serie de personas que no admitan a trámite solicitudes de ingreso a la asociación por miedo a que en procesos electorales siguientes no les voten, sin apreciar realmente lo más importante: sus virtudes humanas, sus aptitudes espirituales y su vocación de servicio en la vida pública. Esto ha hecho de una asociación privada de fieles un partido político en vez de un instrumento de servicio a la Iglesia”.

Asimismo, otros achacan a Romero y a Raul Mayoral, director general del CEU, la escasa presencia pública tanto de la ACdP como del CEU, algo que contradice el objetivo fundamental de la Asociación. La causa, según algunos propagandistas, es el bajo perfil deRomero. En comparación con Dagnino, que era y es Letrado del Consejo de Estado, la diferencia es notable. Por poner tan solo un ejemplo, el Congreso Católicos y Vida Públicatiene menos de la mitad de asistentes que hace tres años y el Congreso de Víctimas del Terrorismo tiene un escaso posicionamiento mediático a pesar de que es un asunto de vital importancia en España en los últimos tiempos.

La enseñanza en la Universidad CEU San Pablo también se ha visto condicionada por elpresidente de la ACdP y el director general del CEU, Raúl Mayoral, elegido por Romero. La sede que albergaba la Escuela de Negocios del CEU se ha cerrado. Las Humanidades, buque insignia de la Universidad, y que hasta ahora habían sido defendidas por ser la seña de identidad de la institución, parecen haber sido relegadas al olvido por parte de la nueva dirección. Un olvido que tampoco se ha traducido en una mayor rentabilidad, ya que ningúnMáster de los que se ofrecen en el CEU se sitúa entre los mejores de España (excepto los que se tienen en colaboración con otras entidades como El Mundo o la COPE).

El presidente de la ACDP y el director general del CEU tampoco han logrado llevar la Universidad al entorno digital, algo totalmente necesario en el mundo en el que vivimos y que debería ser propio de una institución que se jacta de tener de primer presidente al director de unos de los periódicos más influyentes y decisivos de la historia de España, EL DEBATE. El impulso de otras universidades de reciente creación como la UNIR, dirigida por el miembro del Opus Dei Miguel Arrufat, que también tiene un periódico digital vinculado a su universidad digital, dan muestra de ello. Asimismo, no ha habido ninguna expansión de loscolegios CEU. Si en la anterior etapa se abrían centros en Madrid, Vitoria, Murcia y Alicante, en estos últimos años no se ha dado abierto ninguno, lo que no tiene sentido empresarial, político y mucho menos evangélico.

Por último, a Romero no se le perdonan dos cosas. Que se comprometiera a no subirse el sueldo y no haya cumplido con su palabra. Y que, para ganar las anteriores elecciones, hiciera una campaña de comunicación contra sus “contrincantes”, apoyándose en periodistas de algunos medios de comunicación como Religión Digital, que tienen una línea editorial de escasa buena fe con respecto a la Iglesia Católica.  Una trayectoria que, sin duda, podía pasarle factura a Romero dentro de unos meses, cuando se celebren las próximas elecciones. El tiempo dirá.