(Mercaba.org)- Hoy se celebra la dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, una de las cuatro basílicas mayores de Roma. Si quiere conocer más sobre esta magnífica Basílica aquí le dejamos lo más destacado de su milenaria historia.
Construcción de la Basílica: Como respuesta a la petición de la Virgen Santísima, en la aparición conocida como Nuestra Señora de las Nieves, el Papa mandó construir la basílica y él mismo dio el primer golpe con el pico.
El Papa Liberio consagró el santuario de Nuestra Señora en el año 360. Un mosaico sobre la entrada recuerda el milagro de la nieve.
El milagro: En tiempo del papa Liberio, segunda mitad del siglo IV, existía en Roma un matrimonio sin hijos. Lo mismo Juan que su esposa pertenecían a la más alta nobleza. Eran excelentes cristianos y contaban con una gran fortuna que las numerosas limosnas a los pobres eran incapaces de agotar. Se hacían ancianos los nobles esposos y, pensando en el mejor modo de emplear su herencia, pedían insistentemente a la Madre de Dios que les iluminase.
He aquí que la Virgen les declara de forma maravillosa sus deseos. A Juan Patricio y a su esposa se les aparece en sueños, y por separado, la Señora para indicarles su voluntad de que se levante en su honor un templo en el lugar que aparezca cubierto de nieve en el monte Esquilino. Esto ocurría la noche del 4 al 5 de agosto, en los días más calurosos de la canícula romana. Van los dos esposos a contar su visión al papa Liberio. Este había tenido la misma revelación que ellos. El Sumo Pontífice organiza una procesión hacia el lugar que había señalado la Madre de Dios. Todos se maravillaron al ver un trozo de campo acotado por la nieve fresca y blanca. La Virgen acababa de manifestar de este modo admirable su deseo de que allí se levantase en su honor un templo. Este templo es hoy día la basílica de Santa María la Mayor.
La basílica actual, de construcción posterior en el mismo sitio, sigue siendo la mas grande dedicada a la Madre de Dios en Roma y la mas esplendorosa en Italia después de Loreto. Debido a su enorme tamaño y esplendor pero sobre todo por ser la mas antigua dedicada a la Virgen, recibió el título de Basílica de Santa María la Mayor. (Hay cuatro basílicas mayores, las otras tres siendo: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo extramuros). Por ser la mas importante basílica dedicada a la Virgen, el Papa la visita con frecuencia. En esta basílica el Papa proclamó a la Virgen como Reina de los cielos y de la tierra.
Aspectos de la Basílica: Esta basílica ha pasado por bastantes vicisitudes a través de los tiempos. Ocupa el Esquilino, una de las siete colinas de Roma. En tiempo de la República era necrópolis y bajo el Imperio de Augusto, paseo público. Allí tenía el opulento Mecenas unos jardines. Allí estaba la torre desde la cual contempló Nerón el incendio de Roma y allí había un templo dedicado a la diosa Juno, al cual acudían las parejas de novios para implorar sus auspicios.
Aquí quiso la Reina del Cielo poner su morada. En el corazón de la urbe penetra su planta virginal y los hijos del más glorioso de los antiguos imperios abrirán sus pechos al amor de tan tierna Madre. La primitiva iglesia no estaba consagrada a María. Se llamaba la basílica Sociniana. En su recinto lucharon los partidarios del papa Dámaso con los secuaces del antipapa Ursino. Esto sucedió a finales del siglo IV. En este tiempo se llamó también basílica Liberiana por su fundador, el papa Liberio.
En el siglo V es reconstruida por Sixto III (432-440). Este mismo Papa es el que consagra el templo a la Virgen. Desde este momento el nombre de María se va a hacer inseparable de este templo.
El concilio de Efeso había tenido lugar el año 431. Los padres del tercer concilio ecuménico acababan de proclamar la maternidad divina de María contra el hereje Nestorio. Era el primer gran triunfo de María en la Iglesia y una crecida ola de amor Mariano recorre toda la cristiandad de oriente a occidente. La maternidad divina de María es el más grande de los privilegios de María y la raíz de todas sus grandezas.
Roma no podía faltar en esta hora de gloria Mariana. Este templo que renueva Sixto III en honor de la Theotocos es el eco romano de la definición de los padres de Efeso. La ciudad entera se apresta a levantar y hermosear esta basílica. Los pintores ponen sus pinceles bajo la dirección del Sumo Pontífice y las damas se desprenden de sus más vistosas joyas. Ahora es cuando la antigua basílica Sociniana se adorna con pinturas y mosaicos que celebran el misterio de la maternidad divina de María. Se levanta un arco de triunfo y sobre la puerta de entrada se lee una inscripción que empieza con estas palabras: «A ti, oh Virgen María, Sixto te dedicó este nuevo templo… »
Las pinturas son de tema Mariano y generalmente relacionadas con la maternidad divina de María. Representan a la Anunciación, la Visitación, María con el Niño, la adoración de los Magos, la huida a Egipto y otras escenas de la vida de la Virgen.
Las tres amplias naves de la basílica se enriquecieron con los dones de los fieles y los ábsides se adornaron de lámparas y mosaicos. Algunos de éstos son especialmente valiosos.
En el siglo VII una nueva advocación le nace a esta iglesia: Santa María ad praesepe, Santa María del Pesebre. La maternidad de María acaba por llevar la devoción de los fieles al portal de Belén, a Jesús. Como siempre, por María a Jesús.
Al lado de la basílica surge una gruta estrecha, obscura y recogida como la de Belén. Allí irán los papas a celebrar la misa del gallo todas las Nochebuenas, y para que la piedad se hiciese más viva se enseñaban los maderos del pesebre en el cual había nacido el Hijo de Dios y trozos de adobes y piedras que los peregrinos habían traído de Tierra Santa.
Esta gruta llega a ser uno de los lugares más venerandos de la Ciudad Eterna. Los Romanos Pontífices la distinguen con sus privilegios. Gregorio III (731-741) puso allí una imagen, de oro y gemas que representaba a la Madre de Dios abrazando a su Hijo. Adriano I (762-795) cubrió el altar con láminas de oro, y León III (795-816) adornó las paredes con velos blancos y tablas de plata acendrada que pesaban ciento veintiocho libras. Son muchas las gracias que la Santísima Virgen ha concedido a sus devotos en este santo templo. Aquí organizó San Gregorio Magno unas solemnes rogativas con motivo de una terrible peste que asolaba la ciudad.
El año 653 ocurrió en esta iglesia un hecho milagroso. Celebraba misa el papa San Martín cuando, al querer matarle o prenderle por orden del emperador Constante, el enarca de Ravena, Olimpo, quedó repentinamente ciego e imposibilitado.
Basten estos hechos para demostrar el gran aprecio que los Sumos Pontífices han tenido para con este templo a través de la historia.
Hoy mismo sigue siendo Santa María la Mayor una de las cuatro basílicas patriarcales de Roma cuya visita es necesaria para ganar el jubileo del año santo. De esta forma la Virgen de las Nieves sigue recibiendo el tributo de amor de innumerables peregrinos de todo el orbe católico.
Actualmente es una de las iglesias más ricas y bellas de la ciudad de Roma. Conserva muy bien su carácter de basílica antigua. Tiene por base la forma rectangular, dividida por columnas que forman tres naves, techo artesonado, atrio y ábside.
El interior de la basílica es solemne y armonioso. Las tres naves aparecen divididas por columnas jónicas. Contiene notables monumentos y tumbas de los papas.
Tiene dos fachadas: la que mira al Esquilino, que es la posterior, y la que mira a la plaza que lleva el nombre de Santa María la Mayor. Esta, que es la principal, data del siglo VIII, y la posterior del XVII. El campanario, románico, es el más alto de Roma. Fue construido el año 1377.
Sobre el altar mayor hay una imagen de María del siglo XIII, atribuida a Lucas el Santo, y en la nave se halla el monumento a la Reina de la Paz, erigido por Benedicto XV al terminar la primera guerra mundial. Su cielo raso está dorado con el primer oro que Colón trajo de América. En la plaza de Santa María la Mayor se yergue una columna estriada de más de catorce metros de altura. En la plaza del Esquilino se alza un obelisco procedente del mausoleo de Augusto.
A través de los siglos, los Papas han considerado un honor y un privilegio el embellecer y adornar la basílica de Nuestra Madre Santísima. El carácter original de la capilla ha sido preservado, a pesar de la cantidad de decoraciones y mejoras que le han añadido. Los mosaicos de la parte cerca del altar y de las paredes de la nave, son de los más finos de Roma. Representan escenas de la vida de la Virgen María. El hermoso techo está decorado con el primer oro que trajo Colón de América.
La capilla del Santísimo Sacramento, construida por Sixto V, es una de las más espléndidas de Roma.
La Capilla Paulina fue construida por Pablo V para entronizar a la imagen de Nuestra Señora. Su riqueza de mármol, piedras preciosas y la iluminación hacen de ella la más rica de toda la ciudad y uno de los mejores monumentos del siglo XVI. En las Misas Solemnes hacen que caigan del techo pétalos de rosa blancos para simbolizar la caída milagrosa de nieve que indicó el sitio y el tamaño de la basílica. También representa las gracias que la Virgen sigue derramando sobre sus hijos. Es una costumbre conmovedora.
La fachada es una adición del siglo XVIII.
La Basílica es también conocida por otros nombres: Iglesia de Santa María de las Nieves (por el milagro). Basílica Liberiana, en memoria del Papa Liberio, que la consagró. Iglesia de Santa María de la Cuna porque la basílica conserva lo que, según una tradición es un fragmento de la cuna del Niño Jesús, traída de Roma por Sta. Helena.
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¿Tanto nos cuesta apreciar la grandeza de La Virgen Santísima en su humildad y sencillez? Lujos, oros, platas y riqueza todo eso es mundano y caduco. Lo bello es recordar con amor a aquella que es la humilde sierva del Señor.