En la solemnidad de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei y apóstol incansable de la santidad en la vida ordinaria, el Cardenal Robert Francis Prevost, Prefecto del Dicasterio para los Obispos, pronunció una profunda homilía que resuena con particular fuerza en estos tiempos de confusión eclesial. Desde la basílica de San Eugenio en Roma, el purpurado norteamericano —uno de los nombres que más suenan para futuros cónclaves— recordó las tres grandes columnas del espíritu del Opus Dei: la santificación del trabajo, la filiación divina y el apostolado en medio del mundo, invitando a los fieles a vivir con radicalidad evangélica la vocación laical sin concesiones al espíritu mundano.
Prevost subrayó que el trabajo no es castigo, sino participación en la obra creadora de Dios, y que sólo desde la conciencia de ser hijos amadísimos del Padre podemos afrontar con alegría las cruces de cada día. En un momento en que ciertos sectores pretenden diluir la identidad cristiana en nombre de un falso “progreso”, la voz del cardenal resuena como un claro “Duc in altum”: hay que echar las redes mar adentro, sin miedo, confiando en la palabra de Cristo. Infovaticana pone a disposición de sus lectores esta homilía completa, un auténtico aldabonazo para quienes desean vivir con coherencia su fe en medio de la calle.