Lecturas LXVI: Una declaración de amor

raul berzosa Cecilio Raúl Berzosa Martínez: Ciudad Rodrigo: temporal y eterno, ciudad y pueblo, esencial y concreto. Imprenta Kadmos, Salamanca, 2014, 63 pgs. Normalmente traigo un libro a estas páginas para recomendarlo o desaconsejarlo. Más bien por lo primero. El que viene hoy no entra en la recomendación o el rechazo. Es un libro poético, en verso libre y fruto del amor. Hasta diría que de un doble amor. Ambos matrimoniales. Al autor del texto el Papa le ha desposado con la diócesis del Ciudad Rodrigo. Y el de las ilustraciones se ha casado con una hija de tan hermosa ciudad. Y los dos enlaces han concluido en el amor a una Ciudad que verdaderamente se hace amar. El obispo declara su amor de palabra, el dibujante con sus grabados. Y resulta un conjunto hermoso. El libro no va a confirmar en la fe, por supuesto no va a alejar de ella, no defiende a la Iglesia, naturalmente no la ataca, y no dirá nada, o muy poco, a quien no sea mirobrigense de nacimiento o de conocimiento.  A los de allí y a los que sin ser de allí hemos recorrido admirados varias veces tan bella ciudad, nos cabe leer agradecidos el texto de su obispo y evocar los lugares visitados y admirados con las ilustraciones de Leónides Velasco. Y sin embargo también es un libro eclesial de algún modo. Y no sólo porque lo escriba un obispo y lo ilustre un laico católico. Y es que dentro de las murallas de Miróbriga, tan fronterizas, tan aparentemente inexpugnables, se encierra una ciudad católica que refleja perfectamente su pasado eclesial todavía hoy tan visible y tan sentido. El canto del obispo a su ciudad y a su diócesis es verso enamorado a su Iglesia. Y da gusto el amor del obispo a su diócesis. Y que se lo veamos expresar. Hartos estamos de esos obispos que parecen tener un corazón de piedra en el que no cabe afecto alguno. Y los hay. He terminado haciendo un canto a un libro de apariencia intrascendente y que no se encontrará en las librerías. Como mucho en las de la capital de la diócesis. Y tal vez ni siquiera en ellas. A mí, me ha gustado mucho. Felicito pues a ambos autores, al de la pluma y al de la plumilla, si es que con plumilla se han hecho las hermosas ilustraciones, pues lego soy en esos saberes, y me parece que se ha dado también una hermosa conjunción de expresiones. Podría decir más pero no quiero. Entre otros motivos porque hay cosas tan expresadas que no requieren redundar en ellas. Entre otras mi admiración agradecida a Ciudad Rodrigo. Y a sus hijos. Naturales o de adopción.    

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