Federico Müggenburg: La otra Iglesia imposible. Ediciones Papiro Omega, Méjico, 2013, 276 pgs.
Estaba esperando este libro en la columna cada vez de mayor altura de textos en espera de encontrar horas para dedicar a la lectura y por fin le ha tocado la vez. Con casi cuatro años de retraso. Prácticamente el Pontificado de Francisco.
Me alegro de la demora en la lectura. Porque creo que hoy es más importante que cuando se escribió porque lo que entonces parecían amenazas imposibles de triunfar hoy campean en lugares que hace cuatro años eran difíciles de imaginar por los más pesimistas. El título habla de la otra Iglesia imposible. Hoy cabría hablar de la NoIglesia posible.
Confieso que además de escaso tiempo me daba cierta pereza meterme con un libro sobre la teología de la liberación tema que me parecía casi agotado por un lado y agonizante por otro tras el desplome del comunismo. Desgraciadamente ha revivido de modo mucho más intelectual que práctico pues sin la Rusia soviética respaldándolo hoy sólo da como resultado esperpentos, aunque trágicos, como los de Venezuela, Nicaragua o Bolivia. Que no es lo mismo el respaldo de una Cuba agonizante y desprestigiada que el de la entonces poderosísima URSS a la que nadie suponía unos pies de barro.
Estaba seguro que Müggenburg iba a tratar muy bien el tema y desde la más absoluta ortodoxia pero me resistía a entrar en el libro que iba quedando postergado en estas breves notas por otros más recientes. Müggenburg, un laico activísimo y sumamente meritorio, le conozco bien y le aprecio mucho desde sus años en España, hace ya no poco tiempo, se presenta modestamente como compilador del libro. Es bastante más y, como estaba seguro, sus críticas al liberacionismo me parecen muy fundadas y contundentes.
Constituye una réplica al Congreso Continental de Teología celebrado en Brasil en 2012 y una colaboración crítica aunque moderada al documento de trabajo del III CELAM. Pues con lo dicho podría dar la impresión de que el libro está ya muy pasado y de escaso interés para hoy. No es así. Y no sólo porque nunca es malo conocer la historia sino porque todo se repite o intenta repetirse. Y en ocasiones hasta empeorado.
Muchos de los nombres que aparecen citados siguen siendo hoy, sólo han transcurrido cinco años, actualidad eclesial. Por ejemplo el cardenal Ravasi (pg. 25). Otros son harto conocidos aunque hoy cinco años más viejos: Boff, José María Vigil, Tamayo, Torres Queiruga, Sobrino, Fray Betto, Margarita Pintos, Houtart, Pérez Esquivel, Samuel Ruiz, Codina, Richard, Scannone, seguro que este nombre preocupará a más de uno, Gutiérrez… Lo peor de cada casa y con mucha participación española. No estamos en pura historia del pasado sino hablando del mismísimo ahora. Pues sólo por eso, y hay más, el libro merece leerse y tomar nota.
Reproduce además algunos textos, yo sólo sabía de uno, sumamente ilustrativos para juzgar el acontecer actual de la Iglesia. Verdaderamente demoledores de la misma y creo que desgraciadamente demasiado presentes en la confusa situación actual. ¿Han conseguido su propósito? Pues no es aventurado pensar que en parte sí y que se va a más.
Me refiero a los textos reproducidos de Comblin (pgs. 83-101), dos de José María Vigil ( pgs. 102-115 y 257-276) y de la EATWOT (pgs. 116-136). Pretenden la demolición de la Iglesia para sustituirla por no se sabe qué. Pero de la Iglesia de Cristo no iba a quedar nada.
Me parece pues un libro muy importante para nuestros días tan preñados de tormentas. Comprendo que no será fácil para los lectores adquirirlo pero creo que su lectura es muy importante.