El padre Augustine Dauda Amadu, párroco de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Kenema, fue asesinado en la madrugada del 30 de agosto en su domicilio. Según informó la policía sierraleonesa, un grupo de hombres armados irrumpió en su residencia parroquial entre las dos y las tres de la mañana. El cuerpo sin vida fue hallado horas después por agentes locales tras recibir el aviso de un feligrés.
Los investigadores confirmaron que los atacantes forzaron una ventana para acceder a la vivienda. Aún se desconoce si se trató de un robo o de un ataque dirigido. Hasta ahora no hay detenidos ni se ha podido esclarecer el móvil del crimen.
Un sacerdote cercano a los pobres y crítico con la corrupción
El padre Amadu era ampliamente reconocido por su cercanía, amabilidad y dedicación a los jóvenes y a las familias más vulnerables. En Kenema, muchos lo recuerdan también por sus sermones contra la corrupción y la delincuencia, lo que le granjeó respeto entre sus fieles, pero también posibles enemigos en un contexto social marcado por la inestabilidad.
La Iglesia en África sigue pagando un alto precio por levantar su voz frente a la injusticia. No son pocos los sacerdotes y religiosos que, como el padre Amadu, han arriesgado su vida al denunciar males estructurales que afectan a sus comunidades. La sangre de estos testigos recuerda que la evangelización en tierras golpeadas por la violencia no es un ejercicio académico, sino un compromiso hasta las últimas consecuencias.
Kenema, una ciudad marcada por la violencia creciente
Kenema, capital de la provincia oriental de Sierra Leona, vive desde hace meses un aumento de delitos violentos. Robos a mano armada, agresiones y asesinatos se han vuelto frecuentes, minando la seguridad de la población. El asesinato del padre Amadu no puede entenderse de manera aislada: se inscribe en un clima de inseguridad que amenaza la vida de sacerdotes, religiosos y fieles.
La muerte de un sacerdote en su propia casa refleja una realidad dolorosa: donde el Estado no garantiza protección, la Iglesia se convierte en blanco vulnerable. No es la primera vez que comunidades cristianas en África lloran a pastores asesinados en circunstancias similares, y la pregunta que queda abierta es si las autoridades serán capaces de frenar esta ola de violencia o si la impunidad seguirá marcando el futuro inmediato.
La Iglesia llora a un pastor fiel
Para los católicos de Kenema, el padre Augustine Amadu no era solo un párroco, sino un referente de vida evangélica. Su asesinato ha generado consternación y duelo, pero también una convicción renovada de que su testimonio no fue en vano. En un país que todavía lucha por superar heridas de guerra y pobreza, la pérdida de un pastor entregado a su gente se siente como una herida profunda en el corazón de la Iglesia.
Fuente: Agencia Fides
