Desde la elección del Papa León XIV el 8 de mayo, el panorama eclesial en torno a la Misa tradicional en latín (TLM, por sus siglas en inglés) ha experimentado un cambio significativo: no tanto en normas concretas —pues Traditionis Custodes, el motu proprio de Francisco que impuso severas restricciones en 2021, sigue vigente— sino en el modo en que los obispos hablan del tema.
Voces hasta ahora silenciadas comienzan a pronunciarse en favor de una mayor apertura, sugiriendo un ambiente de mayor libertad bajo el nuevo pontífice.
Obispos moderados rompen el silencio
Entre los más recientes en manifestarse está Mons. Earl Fernandes, obispo de Columbus (EE.UU.), quien en una entrevista con Catholic World Report cuestionó los motivos invocados para limitar el rito anterior al Concilio Vaticano II. “No había nada ideológico en nuestra experiencia de celebrar la TLM desde 2007”, aseguró. “Queríamos ofrecer la Misa para responder a la necesidad pastoral de la gente. Es una parte hermosa de la tradición de la Iglesia”.
Otros prelados de peso se han expresado en la misma dirección. El cardenal Kurt Koch, prefecto del Dicasterio para la Unidad de los Cristianos, pidió reabrir la puerta que Benedicto XVI abrió con Summorum Pontificum. “Francisco eligió un camino muy restrictivo; sería deseable abrir un poco más esa puerta cerrada”, dijo al portal alemán Kath.net.
También el cardenal William Goh, arzobispo de Singapur, declaró que no ve razón para impedir a los fieles que prefieren la Misa tridentina, pues “no hacen nada malo ni pecaminoso”. En Boston, el obispo auxiliar Paul Reed confesó públicamente que lloró de emoción al celebrar por primera vez la liturgia antigua.
Restricciones que continúan
Sin embargo, no todo indica un giro inmediato. En Detroit, Mons. Edward Weisenburger ha limitado la Misa tradicional a cuatro lugares no parroquiales, mientras que en Charlotte (Carolina del Norte), Mons. Michael Martin invertirá 700.000 dólares en una capilla exclusiva para la TLM, al tiempo que restringe su celebración a ese único espacio a partir de octubre.
Estos movimientos sugieren que el Papa no ha dado señales de revertir de manera inmediata las disposiciones de su predecesor.
El estilo de gobierno de León XIV
Lo que sí ha cambiado, según observadores, es el estilo de gobierno. El nuevo pontífice es descrito como un “buen oyente”, paciente y consultivo. Periodistas como George Weigel destacan que su liderazgo se caracteriza por abrir espacio al diálogo, en contraste con la gestión más centralizada de Francisco.
Cardenales como Michael Czerny han señalado que su modo de proceder podría ser incluso “más inclusivo y accesible” que el del Papa jesuita. Ese ambiente explica que figuras moderadas, antes silenciosas, se atrevan ahora a cuestionar las restricciones, mientras otros obispos se sientan libres de aplicarlas con mayor firmeza.
Expectativas y posibles pasos futuros
Aunque León XIV aún no ha tomado decisiones concretas sobre la TLM, podría revisar las consultas realizadas por Francisco en su día o abrir espacios de diálogo con quienes fueron marginados. No pasó desapercibida, en ese sentido, la audiencia privada que concedió recientemente al cardenal Raymond Burke, uno de los defensores más firmes del rito tradicional.
En definitiva, el nuevo Papa ha generado un clima distinto: los defensores de la Misa tridentina no saben si lograrán cambios normativos, pero confían en algo que antes parecía imposible: ser escuchados.
Fuente: National Catholic Register
