La peregrinación eucarística en EE.UU. desata la furia de los luteranos

Peregrinación eucarística en EE.UU. con procesión del Santísimo Sacramento en una calle de Texas

La escena se repite con una inquietante intensidad en varias ciudades de Estados Unidos: un grupo de jóvenes peregrinos camina en oración, llevando al Santísimo Sacramento en custodia, mientras un puñado de fanáticos les grita con odio, les insulta y trata de hacer imposible cualquier acto de adoración. ¿Qué es lo que tanto molesta? ¿Qué puede desencadenar semejante rabia, sino la presencia real y viva de Cristo en la Eucaristía?

La Peregrinación Eucarística Nacional, que recorre EE.UU. desde Indianápolis hasta Los Ángeles, se ha convertido en una experiencia de fe profunda, pero también en un campo de batalla espiritual. Desde los primeros días del recorrido, grupos pertenecientes a la secta evangélica conocida como Church of Wells —de raíces luteranas— han acosado a los fieles con megáfonos, cánticos ofensivos y gritos blasfemos. El grupo, calificado como sectario incluso por medios seculares, considera la adoración eucarística como idolatría, y no ha dudado en interrumpir misas y procesiones para imponer su visión distorsionada del Evangelio.

En Tulsa, los ataques fueron especialmente virulentos: horas enteras de gritos dirigidos directamente a los peregrinos, muchos de ellos jóvenes, tratando de provocar miedo, confusión o cansancio. Pero lejos de conseguir su objetivo, los fieles han respondido con rosarios, silencio y firmeza.

Detrás de esta irracionalidad se esconde algo más profundo. El odio visceral que despierta la Eucaristía no es humano, o al menos no enteramente. Hay una lógica sobrenatural en esa reacción: el mal no soporta la presencia real de Cristo. Lleva siglos intentando convencernos de que la consagración es solo un símbolo. Pero cuando alguien se atreve a proclamar, con hechos y públicamente, que Cristo está física y realmente presente en el mundo, los demonios se inquietan… y actúan.

Ante esta situación, varias diócesis han reforzado medidas de seguridad. En San Angelo, el obispo Michael Sis advirtió que los manifestantes podrían estar incurriendo en un delito de odio y coordinó acciones con la policía. Además, los Knights on Bikes, una rama de los Caballeros de Colón, comenzaron a escoltar las procesiones, con sus motos, sus crucifijos y el Rosario como única arma.

Curiosamente, en esa ciudad los fanáticos no aparecieron. Pero sí lo hicieron más adelante, aunque su impacto ha ido disminuyendo. La fuerza espiritual de los peregrinos parece ir desarmando poco a poco la agresividad de los que los enfrentan.

La peregrinación concluirá en julio, coincidiendo con el Congreso Eucarístico Nacional. Hasta entonces, estos jóvenes no sólo caminan por la fe: caminan con Cristo, lo llevan consigo, lo muestran al mundo… y por eso el infierno se revuelve.

En la semana del Corpus Christi… no miremos hacia otro lado

En estos días en los que la Iglesia universal se prepara para celebrar la Solemnidad del Corpus Christi, no podemos permanecer indiferentes. Los hechos que viven estos peregrinos no son anécdota: son batalla espiritual real, visible, que nos interpela. Estemos cerca de ellos con la oración, con la reparación, con la adoración. Y sobre todo, tomemos conciencia de que Jesucristo está verdaderamente presente en cada sagrario del mundo… y eso incomoda al infierno. Esa es la mejor prueba de que es verdad.