Hablar de la verdad es siempre un desafío, pero la COPE ha decidido convertirlo en un experimento digno de análisis. En su programa «La verdad a tres», la emisora, vinculada a la Iglesia Católica, ha optado por invitar a una de las figuras más representativas de la extrema izquierda mediática: Ana Pastor. Sí, la misma periodista que ha hecho de Newtral su bastión, un lugar donde la verdad parece siempre pender de un hilo ideológico.
Resulta cuanto menos peculiar que una cadena católica elija como referencia para hablar de «la verdad» a alguien cuya trayectoria profesional se ha caracterizado por servir de portavoz a agendas contrarias a los valores que debería promover la COPE. ¿Es que no había otra opción? ¿O acaso ahora también es tendencia en la COPE la autoflagelación ideológica?
Ana Pastor, cuya plataforma se ha dedicado a etiquetar y censurar opiniones contrarias a su cosmovisión, parece una elección especialmente extraña para un debate sobre la verdad. Es como invitar a un pirómano a dar una charla sobre prevención de incendios. La periodista no solo ha sido acusada repetidamente de parcialidad, sino que, para añadir más ironía, cuenta con un 90% de seguidores falsos en Twitter. ¿Quizás una metáfora perfecta de lo que significa «la verdad» para algunos?
Mientras tanto, los oyentes de la COPE deben enfrentarse a la realidad de que su cadena de referencia católica opta por invitar a figuras de extrema izquierda, como si el abanico de personalidades capaces de hablar de la verdad se redujera exclusivamente a las más cuestionables.
¿Quién será el próximo invitado? ¿Un portavoz de la ideología de género para hablar de antropología cristiana? Tal vez la COPE esté buscando ampliar horizontes, aunque sea a costa de confundir aún más a su audiencia.
La verdad, parece ser, ya no es un valor absoluto. Y en la COPE, todo apunta a que ahora es una cuestión de «pluralidad». Pero, como suele pasar, no toda pluralidad es sabiduría.