El obispo chino Guo Jincai, excomulgado en el pasado, participará en el Sínodo de octubre

El obispo chino Guo Jincai, excomulgado en el pasado, participará en el Sínodo de octubre

Por primera vez, dos obispos de China participarán en el Sínodo de los Obispos que se celebrará en octubre. Entre ellos se encuentra Vincenzo Zhan Silu, un controvertido prelado cuya excomunión, decretada tras ser ordenado sin el consentimiento papal, fue levantada en 2018 por el Papa Francisco, en el marco de un polémico acuerdo entre el Vaticano y el gobierno chino.

Vincenzo Zhan Silu fue uno de los siete obispos designados unilateralmente por las autoridades chinas, lo que generó fuertes tensiones con la Santa Sede. La decisión del Papa de reintegrar a estos obispos, tras años de desencuentros, fue vista como un intento de normalizar las relaciones entre ambos Estados, aunque se ha criticado la falta de transparencia del pacto, cuyos detalles exactos nunca se han hecho públicos. Este acuerdo ha suscitado inquietudes en diversos sectores de la Iglesia, que temen que el Vaticano haya cedido en exceso ante las presiones del gobierno chino.

El nombramiento de Vincenzo Zhan Silu, actual obispo de Funing, ha sido objeto de controversia. Como miembro destacado de la Asociación Patriótica Católica China, una organización controlada por el gobierno, su rol dentro de la estructura eclesiástica ha sido visto por algunos como una subordinación de la Iglesia a los intereses del Estado chino. La participación de Guo en el Sínodo representa un nuevo capítulo en el delicado equilibrio que intenta mantener el Vaticano con las autoridades comunistas chinas, un equilibrio, que lidera el cardenal Pietro Parolin, que muchos critican por su opacidad y por el aparente sacrificio de los principios tradicionales de la Iglesia en favor de un acuerdo político.

La inclusión del obispo Zhan en el Sínodo pone de relieve las implicaciones del pacto secreto firmado en 2018. Aunque la Santa Sede lo ha presentado como un avance hacia la libertad religiosa en China, sus críticos señalan que los católicos del país, especialmente aquellos que pertenecen a la Iglesia clandestina fiel a Roma, siguen enfrentando persecución y represión. La falta de transparencia sobre los términos del acuerdo ha levantado sospechas de que el Vaticano ha aceptado condiciones impuestas por el régimen chino, lo que podría debilitar la independencia de la Iglesia en el país.

La participación de Zhan Silu en el Sínodo de octubre genera interrogantes sobre el rumbo que tomará la Iglesia en China y sobre hasta qué punto el Vaticano está dispuesto a comprometer sus valores en favor de un diálogo con un gobierno que continúa restringiendo la libertad religiosa. A medida que se acerca el Sínodo, las tensiones entre los críticos de este acercamiento y los defensores de la estrategia diplomática del Papa Francisco seguirán aumentando.

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