Los autores del superventas ‘El proceso sinodal: una caja de Pandora’, José Antonio Ureta y Julio Loredo, acaban de publicar y enviar a los cardenales una nueva obra en la que hacen la crónica del avance del lobby homosexual dentro de la Iglesia: ‘El dique roto: la rendición, de Fiducia supplicans al lobby homosexual’.
Se diría que el Papa Francisco lanzó su presunto exabrupto sobre el exceso de ‘mariconería’ (sic) en los seminarios después de leer El dique roto, de Ureta y Loredo, donde intentan hacer una crónica a vuelo de pájaro del proceso que culminó en el más explosivo de los documentos pontificios, Fiducia Supplicans, declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que da luz verde a la bendición sacerdotal para las parejas que viven en uniones irregulares, incluidas las del mismo sexo.
No es que antes no hubiera habido declaraciones, oficiales, oficiosas y espontáneas, que hayan producido honda conmoción en los fieles, pero no se había dado antes el caso de que episcopados enteros, cardenales y obispos autorizados, profesores de teología moral y derecho canónico, innumerables sacerdotes involucrados en la pastoral y fieles católicos repartidos por los cinco continentes reaccionaran tan negativamente a un documento oficial de la Santa Sede.
Para los autores, Fiducia es el resultado final (por el momento) de la acción de un poderoso lobby LGBT que se ha enquistado en el seno de la Iglesia católica y ha sabido operar hábilmente tanto en el terreno del activismo social como en el académico y teológico, con el objetivo de eliminar de la doctrina católica el carácter gravemente pecaminoso que la Iglesia atribuye a los actos homosexuales e, incluso, de tenerlos aprobados como signos auténticos del amor cristiano.
Esa es la historia que cuenta El dique roto, publicado en siete idiomas por los académicos José Antonio Ureta y Julio Loredo. Sus 117 páginas, ágiles pero seriamente documentadas, demuestran fehacientemente que la llegada del prelado argentino al frente del DDF y su sensacional declaración Fiducia Supplicans no constituyen otra cosa que la culminación del citado proyecto de apertura a la homosexualidad en importantes sectores, cuidadosamente llevado a cabo. de la Iglesia y claramente denunciado por el Arzobispo de Kansas City, Joseph N. Naumann: “Los activistas por los derechos de los homosexuales han pedido enérgicamente a la sociedad secular que les conceda el estado civil civil. Estos mismos activistas también han pedido a la Iglesia la bendición de las uniones homosexuales como afirmación de la corrección de su actividad sexual y como paso final para conceder el reconocimiento conyugal de sus relaciones».
En el prefacio del libro, Rob Mutsaerts, obispo auxiliar de Balduque, en Holanda, se pregunta: “¿Puede un sacerdote dar su bendición a una unión que la Biblia considera pecaminosa? ”. Para luego responder: “ Es una pregunta retórica; Se pide la bendición para sanar un colapso en la situación de la vida, no para perpetuar una situación desordenada. No se puede rechazar el juicio de Dios y las exigencias morales y seguir apelando a su misericordia».