No se dio, en medios audiovisuales vaticanos, cobertura alguna a las celebraciones romanas del Corpus Christi. Sí, en cambio, a la patética celebración de la fraternidad humana en la Plaza de San Pedro, con una audiencia presencial más que exigua.
¿Qué hacía un bailarín desnudo de cintura para arriba contoneándose en una tarima en frente de la Basílica de San Pedro, el centro de la catolicidad, delante de un escasísimo número de personas? Formaba parte de una de esas celebraciones tan caras al actual pontificado y tan alejadas de cualquier tradición de la Iglesia, pese a celebrarse donde se ha celebrado, el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana.
Mientras, en las calles de la ciudad, como desde hace siglos, tenía lugar la procesión desde San Juan de Letrán hasta Santa María la Mayor, con el cardenal Calaça de Mendonça portando el Santísimo. Pero no se enteró demasiada gente, porque la procesión fue ignorada por los medios vaticanos por primera vez en cuarenta años.
El citado encuentro, jaleado por los medios vaticanos pero celebrado ante una plaza semivacía (“miles de fieles”, se lee en Vatican News, contradiciendo las imágenes publicadas), tenía como lema, involuntariamente irónico, “NoSolos” (#NotAlone, oficialmente, en inglés, vaya usted a saber por qué). Pero en realidad la plaza solo estaba animada por los invitados de honor, un puñado de aburridos turistas y amigos del organizador, el cardenal franciscano Mauro Gambetti, vicario general de Su Santidad para el Estado de la Ciudad del Vaticano, arcipreste de la Basílica de San Pedro y presidente de la Fábrica de San Pedro.
Pese al evidente desinterés del público, contó con un elevado presupuesto esta ‘fiesta’ vaticana en la que el padre Enzo Fortunato, el padre Francesco Ochetta, el cardenal Gambetti y el secretario de Estado firmaron una declaración donde ni siquiera por error aparece el nombre de Jesucristo, en lugar de celebrar las primeras vísperas de la Solemnidad del Corpus Christi.
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