La prensa local pide al Papa que cese al arzobispo Cordileone

La prensa local pide al Papa que cese al arzobispo Cordileone

El San Francisco Examiner ha cargado contra la decisión de Salvatore Cordileone, arzobispo de San Francisco, de ordenar a sus sacerdotes que le niegue la comunión a la ‘speaker’ Pelosi por su activa postura a favor del aborto, llegando al punto de pedir a Francisco en su editorial que le destituya.

“EDITORIAL: Apelamos a @Pontifex para que envíe un mensaje de que es él, y no el arzobispo Cordileone, el líder de la fe”, se lee en un comentario publicado en Twitter desde la cuenta del San Francisco Examiner. “Puede hacerlo apartando a este saboteador insubordinado de sus deberes en San Francisco y poniendo fin a sus manejos políticos”.

Es difícil concentrar en tan pocas palabras tanta ignorancia sobre nuestra fe, tanto fanatismo y tanta arrogancia.

Si hay un país que ha consagrado en su propia Constitución, más que bicentenaria, una clara separación entre fe y Estado, ese es Estados Unidos. La idea de que un periódico prestigioso, por alineaciones políticas, dé instrucciones al Vicario de Cristo sería simplemente risible si no fuera también un insulto para los católicos norteamericanos.

Sorprende menos que, hechos a los modos del capitalismo empresarial yanqui, se figuren que Cordileone es un subordinado de Francisco y no un sucesor por derecho propio de los apóstoles, tanto como pueda serlo el Papa de San Pedro.

Por último, la idea de que Cordileone pueda ser, al menos en esto, un “saboteador” de los planes de Francisco en lo referente al aborto es no entender una sola palabra de nuestra doctrina moral, por no hablar de la realidad sacramental de la Comunión.

En realidad, el periódico viene a dar plenamente la razón al arzobispo. Si a unos profesionales particularmente bien informados puede darles la impresión de que el Papa no está tan empeñado en la lucha contra el aborto como el propio Cordileone, eso es prueba sobrada de que la inacción de la Iglesia en este sentido, aunque sea con las mejores intenciones del mundo, está sembrando una peligrosa confusión.

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