Más obispos siguen levantando la voz contra la nueva ley del aborto aprobada en el Consejo de Ministros. Resulta llamativo que varias de las cartas escritas por algunos prelados presentan ciertas similitudes en composición, ideas, estructura y mensaje, lo cual puede hacer sospechar que desde Añastro haya salido alguna circular a modo de esquema a los obispos españoles para animarles a pronunciarse públicamente contra esta nueva aberración del gobierno.
En el caso de la carta de Manuel Herrero, obispo de Palencia ha puesto especial énfasis en la tardanza del Tribunal Constitucional en dictar sentencia contra el recurso de inconstitucionalidad que presentó el PP contra esta ley.
«Se ha hablado mucho las semanas pasadas sobre esta nueva ley que va a permitir a las niñas de 16 a 17 años abortar sin permiso de sus padres; con este tema, se ve que, para despistar, se ha metido de rondón el tema de la regla de las mujeres en situaciones dolorosas, endometriosis, si van a tener días de baja con cargo a la Seguridad Social o con cargo a las empresas», comienza diciendo Herrero.
Acto seguido hace referencia a que «estamos esperando que el Tribunal Constitucional se defina sobre la ley del aborto y sus ampliaciones. No sé cómo tardan tanto, si es por exceso de trabajo, por desidia, por no comprometerse, por imaginar que la ciudadanía se ha olvidado del tema, o por dificultades internas para no dar la imagen de que están divididos por hacer del aborto un tema político, cuando este tema no es ni derechas ni de izquierdas, sino profundamente humano. Lo que sí es verdad es que no están cumpliendo con lo que debe ser el ejercicio de la justicia, que no debe ser eterna, sino justa y rápida; debería haber una ley que marcara plazos en las sentencias para seguridad del pueblo. No es únicamente un problema alegal es un problema ético y moral».
Herrero afirma que «detrás del tema está si tragamos el aborto como derecho de la mujer, que es la cuna de la vida, cuando es un acto que suprime la raíz de todos los derechos, el derecho primero y principal que sustenta todos los demás, porque va contra la vida del engendrado, pero no nacido. Además, es un contrasentido que cuando nos quejamos que en España la situación de la población y su envejecimiento es un gran problema ahora y lo será más dentro de unos 30 años, con graves consecuencias para toda la sociedad».
Sobre la postura que debemos adoptar los cristianos respecto al aborto, el obispo de Palencia afirma que «estar siempre a favor de la vida». «El quinto mandamiento nos recuerda que está prohibido el matar, o dicho positivamente, que tenemos que defender la vida. Incluso Dios defiende la vida de Caín y dice: «El que mate a Caín lo pagará siete veces» y le pone una señal para que, si alguien lo encontraba, no lo matase (Gen 4, 15). Jesús, el Señor, es el que ha venido para que tengamos vida y vida abundante (Jn, 10,10), plena, temporal y eterna, y ha entregado su vida hasta la muerte para darnos vida. El Espíritu Santo es Señor y dador de vida», agrega Herrero.
Además de estar a favor de la vida no nacida también afirma que ese compromiso es extrapolable «a la vida de las personas mayores rechazando la eutanasia, cuidando nuestra vida y la vida de todos, especialmente de los más débiles. Considero que debemos pedir que las autoridades favorezcan la vida y la vida familiar, no sólo con declaraciones, sino con políticas efectivas que vayan acompañadas no sólo de buenas palabras, sobre todo en tiempos de elecciones, sino de medidas económicas y sociales como subsidios por hijos, conciliación laboral, etc», subraya el obispo.
Otro tema que tampoco pasa por alto Manuel Herrero es que «se debe educar en la concepción de una sexualidad integral, sin separarla del amor, sino como una dimensión de la persona, comenzando por la propia familia y también en la educación tanto familiar como escolar y en la catequesis de la comunidad cristiana».
También, en último lugar hace mención a que «debemos defender el derecho a la objeción de conciencia» y recuerda la nota emitida por la Conferencia Episcopal Española que califica como «muy clarificadora e iluminadora que invito a leer y obrar en consecuencia».