(La nuova bussola/Nico Spuntoni) No hay paz para la Iglesia Católica en Alemania. El pasado miércoles, la Conferencia Episcopal Alemana hizo pública una carta a través de la cual la Nunciatura Apostólica había comunicado la decisión del Papa de rechazar la renuncia presentada hace seis meses por el arzobispo de Hamburgo, Stefan Hesse. El prelado había dimitido tras la publicación del informe sobre los abusos en la archidiócesis de Colonia entre 1975 y 2018.
Ese informe había puesto de manifiesto la negligencia de Hesse en la época en que ocupaba el puesto de jefe de personal de la archidiócesis. El Vaticano reconoció «deficiencias en la organización» y «errores de procedimiento» cometidos por el actual arzobispo de Hamburgo, que también fueron tratados durante la visita apostólica a Colonia encabezada por el cardenal Anders Arborelius y monseñor Johannes van den Hende.
Sin embargo, Francisco decidió no aceptar la dimisión porque Hesse «ha reconocido humildemente sus errores«. La decisión se adoptó por considerar que el clérigo no tenía ninguna mala intención al no enviar los informes – once según el informe elaborado por el bufete de abogados Gercke – que se le imputaron durante su etapa como jefe de personal en Colonia. Al conocer la noticia, el arzobispo se dirigió a sus fieles en una carta abierta en la que agradecía al Papa su confianza y admitía que no será fácil retomar su servicio, confesando que es consciente de la existencia de muchos descontentos.
Y, en efecto, los hay: los dirigentes del poderoso Comité Central de los Católicos Alemanes se declararon sorprendidos por la decisión del Papa, calificándola de «bofetada a las víctimas de abusos«. Según Claudia Luecking-Michel, vicepresidenta de la Zdk, el Vaticano ha demostrado que ignora la necesidad de «cambios visibles y tangibles en la Iglesia para recuperar la confianza perdida«. Johannes Norpoth, miembro laico de la comisión asesora sobre abusos creada por la Conferencia Episcopal Alemana, criticó duramente las razones de Francisco para rechazar la dimisión, argumentando que no se puede hablar de una admisión voluntaria de culpabilidad por parte de Hesse, ya que su paso atrás sólo se produjo como reacción a «un dictamen jurídico que confirmaba sus errores en la gestión de los casos de abusos como funcionario de la archidiócesis de Colonia«.
«Un signo de humildad«, según Norpoth, «habría sido reconocer los propios errores por libre convicción, sin esperar a un informe externo«, quien sostiene que «la humildad es una forma de actitud interior y no la expresión de una presión externa«. Al coro de críticas se han sumado periodistas, teólogos y representantes del mundo asociativo progresista.
Matthias Katsch, portavoz de una asociación de víctimas y él mismo víctima de abusos en el Colegio Canisius, habló de «irresponsabilidad organizada«, invitando a los fieles a abandonar la Iglesia, mientras que Christoph Strack, periodista de la Deutsche Welle, polemizó sobre la carta escrita por Hesse, señalando que la palabra «yo» se repetía diecinueve veces, a diferencia de la palabra «víctimas». El jefe de los obispos alemanes, monseñor Georg Baetzing, adoptó una postura diferente, calificando la decisión de Francisco de «bien fundada y meditada«.
Hesse desempeña un papel importante en la Conferencia Episcopal Alemana, ya que es responsable de la Comisión Especial para los Refugiados y jefe de la Comisión de Migrantes. La negativa de Francisco a aceptar la renuncia del arzobispo de Hamburgo debería hacer pensar en un desenlace similar para la situación de monseñor Dominikus Schwaderlapp y monseñor Ansgar Puff, que también aparecen en el informe Gercke por deficiencias en la gestión de los abusos en la archidiócesis de Colonia.
Los dos obispos auxiliares fueron relevados de sus funciones el pasado mes de marzo por su superior, el cardenal Rainer Maria Woelki. Schwaderlapp, al igual que Hesse, también ha presentado su dimisión y está a la espera de una respuesta. La decisión final sobre su caso no debería demorarse mucho, pero no es tan evidente que vaya a ser la misma. El cardenal Woelki, comisariado desde finales de mayo con el inicio de la visita apostólica en la archidiócesis de Colonia, también está a la espera de saber qué será de él.
Sus numerosos adversarios claman por su destitución y es probable que en ese escenario -a diferencia de lo que ocurrió con Hesse- el sucesor de Meisner no encuentre gran solidaridad entre los miembros de la Conferencia Episcopal que le habían criticado públicamente por su gestión del expediente de abusos. Sin embargo, su salida de Colonia después de que el informe Gercke le eximiera de cualquier responsabilidad directa no pasaría desapercibida por la reciente rehabilitación del arzobispo de Hamburgo, reconocido en ese mismo documento como responsable de once errores de procedimiento