Eterno

Eterno

Eterno, no es “interminable”, ni “insoportable”. Justo al contrario: es precisamente lo que “jamás desearías que acabase”: una fiesta, triunfo, concierto, celebración, alegría… Transciende al tiempo: lo supera. Vino añejo, da solera. Tradición centenaria, uso inmemorial. Hay músicas, paisajes, gestos, sonrisas… que ningún tiempo las desgasta. Cuando vuelves a ver a un gran amigo, al que de verdad quieres, tras años de ausencia, notas que es el mismo, que vale un infinito… y que él te hace totalmente feliz. -¡Por ti no pasa el tiempo! ¡Estás igual que siempre! ¡Tienes la misma cara e idéntica savia! Lo eterno es lo que realmente nos llena: no la búsqueda tontona -alocada e insaciable- de banalidades fugaces, modas pasajeras, falsas necesidades, necedades que no duran, planes consumistas, postureos vacíos, adornitos y pijadas, pseudo selfis de apariencia… ¿Quieres ser feliz? ¿De verdad? Colma tu vida, pero de tesoros auténticos: favores, ayudas, grandezas… gentes por las que te dejarías matar, porque las amas a machete. Es feliz de corazón, quien sabe disfrutar con lo realmente valioso… que no es precisamente “lo más caro” (€ $). Lo mejor es lo “impagable”, porque ningún dinero puede comprarlo: justo lo que les falta a los ricos forrados, los famosetes millonarios de la “farándula”: familia, satisfacción, amistad, perfección, corazón, alegría, plenitud… No envidies al que está “lleno” de “vacío”. Algo tan valioso como la amistad, funciona como el arte: no se gasta con el tiempo… sino que se revalora e inmortaliza. Piensa en el cuadro de la Gioconda, en las obras de Mozart, o en las ruinas del Partenón… Tu carácter, tu formación, tu cordialidad, tu amistad, tu cultura… Es lo que fue y será… para siempre. De lo eterno que sembraste, de eso y sólo de eso, cosecharás y vivirás. Cada paso bien dado, nos acerca más a la meta. En lo que hacemos, es en lo que nos convertimos. “Vivir, es gestar un ángel, para alumbrarlo a la eternidad” (E. d’Ors). Edifica tu persona, escapando de resultados externos y fáciles. Desprecia rentabilidades falsas, logros efímeros y aplausos de claque. Atesora tu interior: constrúyete a ti mismo. Busca lo importante: tus virtudes, tu conciencia, tu honradez, tu imparcialidad, tu coherencia y tu integridad. Justo lo que hoy menos se valora, lo que menos se enseña y lo que más se ridiculiza (mira programas de prime time y las letras de las canciones). Lo bien aprendido, va sabido para siempre. Las verdades no caducan. Lo cierto no falla. Lo bien querido, lo bien decidido, será tuyo sin final. Los amigos no prescriben. Pon tu vista en el final: fija tu mirada en esa meta que buscas, pues sólo así la alcanzarás. Repasa tus valores. Pondera tus afanes. Mira bien para qué vives, qué es lo que realmente te llena y qué es lo que atesoras. Convierte cada instante, en una eternidad. Lo que se hace por amor, adquiere hermosura y se engrandece: se transforma en algo grande… y queda escrito en tuepitafio.

Ayuda a Infovaticana a seguir informando