Diario de guerra del beato Pere Tarrés”
Hace ahora 82 años de aquel 26 de enero de 1939.
El ambiente de Barcelona a la entrada de las tropas nacionales queda fielmente reflejado en las páginas finales del “Diario de guerra del beato Pere Tarrés”, joven de la F.J.C.C. enrolado
forzoso como médico en el ejército republicano, diario escrito en catalán en la oculta
soledad de cada noche en el frente, desde el 29 de noviembre de 1938 al 27 de enero de 1939.
Ante la desbandada,el doctor Pere Tarrés vino con permiso a Barcelona el 24 de enero de1939,
«decidido a no volver».Su testimonio de protagonista prueba los sentimientos que desbordaban el alma
de los católicos barceloneses ante el suspirado final de su persecución.
El prólogo del libro publicado por Editorial Casals está escrito por el Arzobispo deBarcelona Narcís Jubany. La edición del montserratino fray Romuald Díaz en 1973,
ante la imposibilidad de refutar su incuestionable realidad,amputan esas últimas páginas del diario
.
Terminada la guerra, el doctor Tarrés, junto con su amigo el Dr. Gerardo Manresa, fundó el
Hospital de la Mare de Déu de la Mercè, y a sus 34 años ingresó en el Seminario, siendo ordenado sacerdote.
Falleció en 1950, culminando una vida de santidad
, que llevó a su beatificación por San Juan Pablo II en Loreto el 5 de septiembre de 2004.
Sus restos reposan en la parroquiade San Vicente de Sarria de Barcelona.
«Estamos conmovidos. Aquí, con la familia Casanelles y con losamigos Pallarols y el padre Evangelista, estamos emocionados junto a la radio.
Las ametralladoras todavía suenan. Algún cañonazo retumba en nuestro cielo.
La aviación sobrevuela la ciudad, a baja altura. »Dios mio, ¿es posible que
llegue la hora de la liberación? ¡Benedícite omnia opera Domini Domino!
Cuando todo parecía hundido, Tú has resurgido lleno de gloria. ¡Señor, es tu
gloria lo único que me interesa, la única cosa por la cual late mi corazón! ¡Dios
mío, Dios mío, gracias por haberme permitido presenciar tanto gozo, la alegría
de un pueblo que resucita! ¡Dios mio, Dios mío! ¡Laudate Dominum! »
A las cinco de la tarde, en medio de una emoción indescriptible, Radio
Asociación de Cataluña ha señalado la entrada del Ejército Nacional liberador
de España en las Ramblas. Ha sido grandioso. A los gritos de «Arriba España» y
«Viva Franco», con la voz fatigada, casi sin aliento, han anunciado a los cuatro
vientos la conquista de Barcelona.
Las lágrimas casi han asomado a los ojos. La emoción y el entusiasmo populares
que se han lanzado a la calle han sido formidables. No he podido resistir la alegría;
me he puesto el traje de paisano y hemos salido a la calle con los amigos Casanelles y Pedrerol.
La gente aclamaba por la calle a las tropas y las columnas motorizadas que iban llegando;
aclamando a Franco y a la España única, libre y grande.
Nos abrazábamos en plena calle. La gente te paraba en medio de felicitaciones y
gritos de alegría. Abrazos, besos, lágrimas. ¡Dios mío, qué admirable! ¡Ha
sufrido tanto Cataluña! ¡Ha llegado la hora de su liberación!
He ido a casa y hemos rezado una estación al Santísimo. Hemos ido a casa de
mosén Pedro Llumá, y de allí con Rof y Bassols a casa del padre Torrents, que
nos ha recibido lleno de alegría. » ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo, Dios de amor!
¡Viva la Virgen de Montserrat! ¡Viva la Purísima e Inmaculada Concepción, patrona de
España!»
Me he sentido profundamente español y nunca como hoy me sale del
corazón un grito bien alto de: “¡Viva España! ¡Viva Cataluña española!»
España está destinada a ser una gran fuerza: Ella será el nuevo hogar del
cristianismo. Dios mío, ilumina a Franco y los otros dirigentes, para que todos
sus actos estén informados por las doctrinas de amor y de paz cristianas,
como hasta ahora.
¡Dios mío, salva a la Patria! Te ofrezco todos los sufrimientos y angustias padecidos hasta ahora.
Por nada del mundo querría cambiar esta satisfacción de haber sufrido por amor a Ti.
Que estos años de sufrimientos sirvan para tu gloria y para la santificación de
mi alma. »Los generales del Ejército han pronunciado ahora una alocución
formidable, que ha encendido nuestro corazón, hablando de amor, de paz y de
justicia».
Virgen María, Madre mía, contempla la gloria de tu Hijo. Reina de España,
continúa velando por nuestra Patria. Reina nuestra, que pronto los templos canten tus glorias.
¡Aumenta mi vocación, auméntala mucho, mucho! Hazme un gran apóstol de
tu Hijo y de tus grandezas. ¡Dios te salve, María! Madrecita mía, consuela a las
familias a las que les faltarán tantos se
res queridos que contemplan nuestra alegría
desde el cielo. Que ellos continúen velando por la salvación de la Patria.
Madre mía, consuela a tantas madres desoladas, tantas hermanas, tantas
esposas viudas, tantos· huérfanos… »
Jesús mío, te ofrezco a Ti
todo este sufrimiento, este sufrimiento colectivo, toda
la sangre derramada, todo el dolor de tus hijos; y la vida de tantos inocentes y
de tantos amigos… »
Los desgraciados de la CNT-FAI están resistiendo todavía.
Es cosa de pocas horas. Que Dios se apiade de ellos.
» ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España cristiana! ¡Viva Cataluña española! »
Y pongo fin a mi Diario de guerra»