El obispo de Cuenca, Don José María Yanguas, es poco conocido fuera de su diócesis. De natural discreto, pese a tener notables condiciones de simpatía y proximidad, estoy seguro de que si en esa encuesta teórica, a la que tanto acudo, se preguntase a cien transeúntes de la Gran Vía madrileña como se llamaba el obispo conquense seguramente el resultado fuera del cero por ciento. Y si a mil, el cero por mil. Sin embargo es un buen obispo y en la diócesis se nota. Creo que procede de la Santa Cruz que en mi opinión, con excepciones, no muchas, es una excelente cantera sacerdotal. Sin embargo al llegar a obispos parecen perder algo. Tampoco exageradamente pero algo. Don José María no ha perdido nada y, siempre según mi parecer, es uno de esos buenos obispos de diócesis no muy importantes pero que se lo curran y muy bien: Osma-Soria, Guadix, Teruel, Sigüenza-Guadalajara, Ciudad Rodrigo… Por el número de fieles habría que incluir entre ellas a Ávila pero Don Jesús García Burillo, con su excelente gestión de las Edades del Hombre y el centenario de Santa Teresa, ha roto los moldes y suena más. Merecidísimamente. Monseñor Yanguas ha tenido el empeño, bendito empeño episcopal, de tener también en la capital de su diócesis una capilla de adoración permanente al Santísimo y lo ha conseguido. Ha conseguido ya que doscientas personas comprometan su presencia en una hora de adoración. Bien está el número pero Dios quiera ampliarlo. Y estoy seguro de que lo hará. Porque como digo esa adoración engancha y es retribuida con creces por el Adorado en sus adoradores. Doscientos comprometidos cubren con creces las horas de la semana. Pero puede que haya varios para las cinco de la tarde o las once de la mañana y dejen escasas las que llamo horas picudas, que son las de la madrugada y las de comer de sábados y domingos. Confiemos que quien impulsó en el obispo y en doscientos conquenses la obra buena, Él mismo la lleve a término. Enhorabuena, Don José María y Cuenca. Se inicia lo mejor que puede ocurrir en una diócesis. Que Dios, en su Santísimo Sacramento, sea permanentemente adorado en Cuenca. Él da en ciento por uno, no hay mejor pagador. Que sus infinitas misericordias recaigan sobre el obispo, los adoradores, la diócesis y la ciudad. No me queda sino animar a muchos buenos católicos conquenses que se sumen a esa fuente de gracia. Sobre todo por amor a Dios pero también por su propio bien. http://www.latribunadecuenca.es/noticia/Z1D15989A-A936-42FE-FA481E7054F09653/20151209/yanguas/inaugura/san/esteban/primera/capilla/adoracion/perpetua
Bien por Yanguas
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