«Domine,doce nos orare.» Enséñanos a orar, le dicen los discípulos al Maestro. El Señor les responde con lo que ahora conocemos como texto del Padre Nuestro: «Pater noster qui es in coelis, sanctificetur nomen tuum…» Hace años que le doy vueltas a esta oración,a la oración por antonomasia. Permítanme mis pacientes lectores una reflexión que no pretende ser exegética. «Padre nuestro que estas en el cielo«, descripción inapelable. «Santificado sea tu Nombre», pues sólo faltaría es el Nombre. «Venga a nosotros tu Reino«, primera y radical petición. «Hagase tu voluntad así en la tierra como en el cielo«, aceptación de la sumisión de la criatura a su Creador en todo tiempo y lugar. Hasta aquí la primera parte. Vamos con la segunda que es donde me surge alguna inquietud. «Danos hoy nuestro pan de cada día», reconocimiento de que nuestro sustento viene de Su mano,es el «sine me nihil potestis facere». «Perdona nuestras ofensas – (antes deudas, hasta que probablemente la banca presionó para el cambio de deudas por ofensas) – como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden«, nunca he comprendido bien este párrafo. Le pedimos a Dios que Él nos perdone de la misma manera que nosotros perdonamos a los que nos deben… Y me pregunto: ¿no debería decir nuestra oración «haz que perdonemos a los que nos ofenden como Tu nos perdonas»? ¿Es teológicamente aceptable proponerle a Dios que nos perdone al modo como lo hacemos los humanos con nuestros congéneres, suponiendo que haya humanos verdadera y radicalmente dispuestos a perdonar al otro? Puede haber, y seguramente lo hay,un error de comprensión por mi parte. Pero no quería después de todos estos años dejar de poner por escrito este comentario. Pido ayuda a quien pueda arrojar algo de luz sobre este punto. Es más ¡agradeceré cualquier luz sobre cualquier punto!
Pater Noster

Ayuda a Infovaticana a seguir informando