Con motivo de la memoria litúrgica de San Agustín, el Papa León XIV envió un videomensaje a la Provincia Agustiniana de Santo Tomás de Villanueva, en Estados Unidos, para agradecer el otorgamiento de la Medalla de San Agustín.
En sus palabras, el Pontífice recordó con afecto que la parroquia local está dedicada a Santo Tomás de Villanueva, fraile y obispo agustino recordado como “padre de los pobres”.
“Ser reconocido como agustino es un honor entrañable. Mucho de lo que soy se lo debo al espíritu y a las enseñanzas de San Agustín”, afirmó el Papa, destacando la importancia de los valores de veritas, unitas, caritas que caracterizan la tradición agustiniana.
El camino de San Agustín y la gracia de Dios
Reflexionando sobre la vida del santo, León XIV subrayó que el camino de Agustín “estuvo lleno de pruebas y errores, como nuestras propias vidas”. Sin embargo, recordó que fue gracias a la gracia divina, a las oraciones de su madre Santa Mónica y al testimonio de la comunidad, que el obispo de Hipona descubrió finalmente “el camino de la paz para su corazón inquieto”.
El Papa insistió en que el ejemplo de Agustín llama a cada cristiano a reconocer los dones de Dios y ponerlos al servicio de los demás.
Legado agustiniano en Estados Unidos
El mensaje también hizo referencia a la presencia histórica de los agustinos en Filadelfia, una de las comunidades católicas más antiguas del país. León XIV evocó la labor misionera de los padres Matthew Carr y John Rossiter, quienes atendieron a los inmigrantes a finales del siglo XVIII, destacando que ese mismo espíritu misionero “nos llama hoy a continuar un legado de servicio amoroso”.
“Jesús nos recuerda que debemos amar al prójimo”, añadió el Pontífice, instando a redescubrir la identidad cristiana como hermanos y hermanas en Cristo.
La escucha como clave sinodal
Citando a San Agustín —“No tengáis el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón”—, León XIV invitó a la familia agustiniana a abrazar una auténtica espiritualidad de escucha.
“Antes de hablar, debemos escuchar”, afirmó, recordando que en una Iglesia sinodal la llamada es a escuchar al Espíritu Santo, a los demás y en especial a los pobres. Frente al ruido y la división del mundo, el Papa animó a buscar la voz amorosa de Dios, la única capaz de traer paz.
“Cuando oímos esa voz tranquilizadora podemos compartirla con el mundo, mientras nos esforzamos por ser uno en Él”, subrayó.
En la parte final de su mensaje, el Papa León XIV confió a la Virgen María, Madre del Buen Consejo, a toda la familia agustiniana, pidiendo que Dios “bendiga y traiga paz a los corazones inquietos, ayudando a construir una comunidad de amor, una en mente y corazón, atenta a Dios”.
