Durante un encuentro con monaguillos franceses en peregrinación a Roma, el Papa León XIV proclamó con fuerza que «la celebración de la misa salva al mundo hoy». Para el Pontífice, la Eucaristía es más que un rito: es “tesoro de la Iglesia, tesoro de tesoros”, donde Jesús continúa dándose al mundo en cada consagración.
Eucaristía como salvación potable en tiempos críticos
«La celebración de la misa salva al mundo hoy» subrayó el Papa, resaltando la dimensión trascendente de la Eucaristía, que mantiene viva la memoria del sacrificio y amor de Cristo.
Una vocación sacerdotal que clama desde los jóvenes
León XIV instó a los jóvenes servidores del altar a atender la llamada sacerdotal y descubrir “la belleza, la felicidad y la necesidad de una vocación así”. Además, advirtió: «¡la falta de sacerdotes… es una gran desgracia! ¡Una desgracia para la Iglesia!».
Fe presente, no mera rutina dominical
El Pontífice enfatizó que acudir a misa no es un trámite, sino una necesidad: “el cristiano no va a misa por obligación, sino porque lo necesita absolutamente”. Luego puntualizó que en cada consagración, Cristo se entrega: “esto es mi Cuerpo, esto es mi Sangre”.
Del silencio arquitectónico al corazón de la amistad con Cristo
Invitó a los monaguillos a llevar a Jesús en el centro de sus vidas. A su regreso a Francia, deberían estar “más decididos que nunca a amarlo y seguirlo”, y así afrontar la duda o el desánimo con esperanza firme. Recordó también que el servicio diligente en el altar y el silencio reverente son vehículo de encuentro con lo sagrado.
