Así, con una precisión quirúrgica, AlonsoDM condensa en un tuit lo que los telediarios, ministerios y tribunales no se atreven ni a insinuar: que cuando Dios se borra de la ecuación, todo se vuelve tragedia administrativa.
El problema no fue Juana Rivas. Ni siquiera el italiano. El problema fueron las “expertas”, las sacacuartos de género, las comisarias del dolor ajeno, las que a todo drama humano le clavan la etiqueta violeta y lo envían directo al altar del victimismo subvencionado.
Y mientras los hijos quedaban atrapados entre fronteras, sentencias y editoriales, ¿quién faltaba en escena? Cristo. Faltaba Cristo.

