¿Está en auge la Misa Tradicional en EE.UU.?

Sacerdotes celebran la Misa Tradicional en Latín en un altar adornado al estilo barroco.

Por Stephen P. White

El Pew Research Center (donde presté asesoría) ha publicado un nuevo informe sobre la vida católica en Estados Unidos. La principal conclusión del informe es que casi la mitad (47 %) de los adultos estadounidenses tienen una conexión significativa con el catolicismo. Uno de cada cinco (20 %) estadounidenses se identifica como católico. Un 9 % adicional dice ser culturalmente, pero no religiosamente, católico. Otro 9 % afirma ser ex-católico. Y un 9 % tiene un padre, cónyuge o pareja católica —o dice asistir ocasionalmente a la Misa católica.

En cifras reales, esto significa que aproximadamente 53.000.000 de adultos estadounidenses son católicos y otros 71.500.000 están vinculados al catolicismo de alguna de las formas mencionadas. Ahora bien, tener una conexión con el catolicismo no es lo mismo que ser católico. Y ser católico no es lo mismo que practicar la fe. Pero la razón por la que el informe de Pew destaca las conexiones con el catolicismo es simplemente que el catolicismo tiene una influencia desproporcionada en el resto de la sociedad estadounidense.

Lo vemos de muchas maneras: desde la sobrerrepresentación de católicos en el Congreso hasta el lugar innegable (aunque no siempre favorecedor) que la Iglesia católica ocupa en el imaginario popular. El catolicismo importa más en Estados Unidos de lo que sugeriría nuestra proporción poblacional.

Aunque los católicos seamos una minoría aquí, la población católica estadounidense es lo suficientemente grande como para hacer de este el país con la cuarta mayor población católica del mundo. Solo Brasil, México y Filipinas tienen más católicos. Los católicos estadounidenses son una minoría relativamente pequeña, pero que forma una masa crítica capaz de influir en la sociedad más allá de lo esperable.

En pocas palabras: los católicos estadounidenses tenemos un impacto mayor del que nuestras cifras indicarían.

Esto conviene tenerlo presente al considerar otro dato interesante del estudio de Pew. Entre las preguntas formuladas había dos relacionadas con la Misa Tradicional en Latín (TLM por sus siglas en inglés). No sorprende que el número de adultos católicos estadounidenses que asisten semanalmente a la TLM no sea alto. Solo un 2 % de los encuestados dice asistir al menos una vez por semana.

Así lo expresó Pew:

Muy pocos católicos declaran asistir regularmente hoy a una Misa Tradicional en Latín. En total, el 2 % de los católicos dice hacerlo al menos semanalmente, el 1 % una o dos veces al mes, y el 2 % algunas veces al año. Otro 8 % afirma que rara vez o nunca asiste actualmente a una TLM, mientras que el 87 % de los católicos estadounidenses no ha asistido a una en los últimos cinco años.

Este resultado me sorprendió, no porque el número de asistentes sea tan bajo, sino porque un examen más atento sugiere que la TLM juega un papel desproporcionado entre los católicos practicantes en EE.UU.

Como porcentaje de los católicos estadounidenses, la asistencia a la TLM es claramente reducida. Pero el 2 % de los 53.000.000 de católicos equivale a mucha gente. Si el 2 % de los católicos en EE.UU. asiste semanalmente a la TLM, como sugiere Pew, el número superaría el millón. No estoy convencido de que sea así. (Y, para ser justos, Pew no hace esa afirmación).

Hay más. Dado que solo el 29 % de los católicos encuestados dice asistir a Misa semanalmente, los asistentes semanales a la TLM representarían una proporción significativa de todos los practicantes. ¿Es cierto que el 5 % de los adultos católicos en EE.UU. (incluidos quienes rara vez o nunca van a Misa) asiste al menos unas pocas veces al año a la TLM? ¿Cómo debemos interpretar estas cifras?

No es fácil encontrar datos fiables sobre la asistencia a la TLM. Nunca he visto una estimación que sugiera que el 2 % de todos los católicos asista semanalmente. La mayoría de las estimaciones que conozco son un orden de magnitud menores (es decir, alrededor de 100.000 asistentes semanales, no un millón). Tampoco he visto nada que sugiera que el 5 % de los adultos católicos en EE.UU. asista al menos unas pocas veces al año, incluso tras Traditionis custodes.

Los datos de Pew, como toda encuesta, incluyen un margen de error según varios factores como el tamaño de la muestra. Si una encuesta indica que el 20 % de los adultos estadounidenses son católicos, con un margen de error de ±3 %, eso nos dice algo. Pero si muestra que el 2 % asiste semanalmente a la TLM, con un margen de error de ±7 %, eso nos dice… poco.

El porcentaje de respuestas sobre la TLM es tan bajo que se aproxima (o en algunos casos es menor) al margen de error. Esto no significa que los datos sean erróneos, simplemente que, en esos puntos específicos, no podemos extrapolar con precisión el número de asistentes a la TLM en Estados Unidos.

Tampoco significa que el interés por la TLM, y su influencia en la liturgia en general, no estén creciendo. Simplemente indica que, si es así, encuestas como la de Pew no son el medio para comprobarlo.

El valor de estudios como el de Pew está en que pueden mostrar tendencias a gran escala a lo largo del tiempo. Están diseñados para eso y, en ese sentido, son herramientas valiosas. Pero no están hechos para captar cambios minúsculos en la práctica católica. No se puede culpar a una herramienta por no hacer lo que no fue diseñada para hacer.

Las ciencias sociales y el discernimiento espiritual siguen siendo empresas muy distintas. Como debe ser. Aquellos de nosotros que deseamos discernir hacia dónde se dirige la Iglesia en nuestro país —o presentar pruebas a favor de hacia dónde creemos que debería dirigirse— deberíamos prestar atención a las tendencias duraderas en la práctica, la demografía o la creencia. Pero como Elías en la entrada de la cueva, siempre debemos estar atentos al susurro del Espíritu.

Acerca del autor

Stephen P. White es director ejecutivo de The Catholic Project en The Catholic University of America y miembro del Ethics and Public Policy Center en Estudios Católicos.