La actualidad de la Encíclica Acerbo Nimis por Papa San Pío X

La actualidad de la Encíclica Acerbo Nimis por Papa San Pío X

El desborde y sobreabundancia de contenido cuasi-formativo que existe en la actualidad constituye para el Católico sencillo, es una diatriba del demonio para confundirlo.

Cuando no hay claridad, basada en sólido fundamento y enseñanza perenne, la enseñanza en la fe se vuelve confusa sin que uno se dé cuenta. La Encíclica de nuestro venerable y amado Santo Papa, San Pío X, constituye un documento de increíble profundidad, aun siendo fácil de leer y entender para cualquier persona. Su Santidad atiende una materia que le preocupó desde el primer instante de su pontificado, que era la buena enseñanza religiosa. Imagínense, mis amados lectores, un Papa del siglo XX, profundamente alarmado con la enseñanza heterodoxa que se estaba infiltrando en los institutos de formación Católica. ¡Qué diría el gran San Pío X de nuestros tiempos cuando en las escuelas “Católicas” y programas diocesanos de catecismo se les enseña cualquier cantidad de locuras! El Pastor Supremo de la grey confiada a su cuidado, escribió esta Encíclica para volver a estipular varias verdades esenciales sobre la doctrina Cristiana, en conjunto de lecciones valiosas para todos aquellos que reciben dicha formación. A continuación se darán los puntos y extractos esenciales del documento que nos incumbe, aunque este autor siempre va a recomendar su lectura íntegra para poder entender mejor su contenido. 

La necesidad de instrucción 

“…la actual depresión y debilidad de las almas, de que resultan los mayores males, provienen, principalmente, de la ignorancia de las cosas divinas.” 

“¡Cuán comunes y fundados son, por desgracia, estos lamentos de que existe hoy un crecido número de personas, en el pueblo cristiano, que viven en suma ignorancia de las cosas que se han de conocer para conseguir la salvación eterna! -…” 

“Nuestro predecesor Benedicto XIV escribió justamente: ‘Afirmamos que la mayor parte de los condenados a las penas eternas padecen su perpetua desgracia por ignorar los misterios de la fe, que necesariamente se deben saber y creer para ser contados entre los elegidos’ Siendo esto así, Venerables Hermanos, ¿qué tiene de sorprendente, preguntamos, que la corrupción de

las costumbres y su depravación sean tan grandes y crezcan diariamente, no sólo en las naciones bárbaras, sino aun en los mismos pueblos que llevan el nombre de cristianos?” 

Los efectos de la doctrina en el hombre, su ignorancia, y su importancia 

“…sólo la doctrina de Jesucristo pone al hombre en posesión de su verdadera y noble dignidad” 

“Lejos estamos de afirmar que la malicia del alma y la corrupción de las costumbres no puedan coexistir con el conocimiento de la religión. Pluguiese a Dios que la experiencia no lo demostrara con tanta frecuencia. Pero entendemos que, cuando al espíritu envuelven las espesas tinieblas de la ignorancia, ni la voluntad puede ser recta, ni sanas las costumbres. El que camina con los ojos abiertos, podrá apartarse, no se niega, de la recta y segura senda; pero el ciego está en peligro cierto de perderse. –Además, cuando no está enteramente apagada la antorcha de la fe, todavía queda esperanza de que se enmiende la corrupción de costumbres; mas cuando a la depravación se junta la ignorancia de la fe, ya no queda lugar a remedio, sino abierto el camino de la ruina.” 

Puesto que de la ignorancia de la religión proceden tantos y tan graves daños, y, por otra parte, son tan grandes la necesidad y utilidad de la formación religiosa, ya que, en vano sería esperar que nadie pueda cumplir las obligaciones de cristiano, si no las conoce; conviene averiguar hora a quién compete preservar a las almas de aquella perniciosa ignorancia e instruirlas en ciencia tan indispensable.” 

“En su constitución Etsi minime, Nuestro predecesor Benedicto XIV resumió tales prescripciones [del Sacrosanto e infalible Concilio de Trento] y las precisó claramente, diciendo: ‘Dos obligaciones impone principalmente el Concilio de Trento a los pastores de almas: una, que todos los días de fiesta hablen al pueblo acerca de las cosas divinas; otra, que enseñen a los niños y a los ignorantes los elementos de la ley divina y de la fe’ ” 

“…la enseñanza del Catecismo es aquella leche, que el apóstol San Pedro quería que todos los fieles habían de desear sinceramente, como los niños recién nacidos.” 

Sobre la enseñanza religiosa y su pedagogía

“…¿cómo esperar generaciones adornadas de buenas obras, si oportunamente no fueron instruidas en la doctrina cristiana? -De donde justamente concluimos que, si la fe languidece en nuestros días hasta parecer casi muerta en una gran mayoría, es que se ha cumplido descuidadamente, o se ha omitido del todo, la obligación de enseñar las verdades contenidas en el Catecismo” 

“…el hombre cristiano, al renacer por el agua y el Espíritu Santo, trae como en germen la fe; pero necesita la enseñanza de la Iglesia para que esa fe pueda nutrirse, crecer y dar fruto.” 

“Todos los párrocos, y en general cuantos ejercen cura de almas, han de instruir, con arreglo al Catecismo, durante una hora entera, todos los domingos y fiestas del año, sin exceptuar ninguno, a todos los niños y niñas en lo que deben creer y hacer para alcanzar la salvación eterna.” 

“…escojan la hora más oportuna para que concurran los fieles -exceptuando la destinada a la doctrina de los niños- y den la instrucción catequística a los adultos, con lenguaje sencillo y acomodado a su inteligencia. Para ello se servirán del Catecismo del Concilio de Trento, de tal modo que, en el espacio de cuatro a cinco años, expliquen cuanto se refiere al Símbolo, a los Sacramentos, al Decálogo, a la Oración y a los Mandamientos de la Iglesia.” 

“Sabemos que lo mismo hicieron los Apóstoles, enseñados por Jesucristo; y de ellos decía San Gregorio Magno: ‘Pusieron todo cuidado en predicar a los pueblos ignorantes cosas sencillas y accesibles, y no cosas altas y arduas.’ Y en las cosas de religión, una gran parte de los hombres de nuestra edad ha de tenerse por ignorante.” 

“…todos han de tener en cuenta que, por grande que sea la facilidad de conceptos y de expresión de que se hallen naturalmente dotados, ninguno hablará de la doctrina cristiana con provecho espiritual de los adultos ni de los niños, si antes no se prepara con estudio y seria meditación. Se engañan los que, confiados en la inexperiencia y rudeza intelectual del pueblo, creen que pueden proceder negligentes en esta materia. Al contrario; cuanto más incultos los oyentes, mayor celo y cuidado se requiere para lograr que las verdades más sublimes, tan elevadas sobre el entendimiento de la generalidad de los hombres, penetren en la inteligencia de los ignorantes; los cuales, no menos que los sabios, necesitan conocerlas para alcanzar la eterna bienaventuranza. ”

“Observad, os lo rogamos y pedimos, cuán grandes estragos produce en las almas la sola ignorancia de las cosas divinas.” 

“…cuidad esmeradamente de que el conocimiento de la Doctrina cristiana penetre por completo en la mente y en el corazón de todos.” 

Consideraciones de fondo 

Son pocos los sacerdotes, y aún menos los obispos, que han aplicado los criterios del Santo Papa, aunado al sentido de aquella preocupación férrea por la salvación de las almas. Con la lectura de estos puntos esenciales -aún más con lectura íntegra del documento-, uno puede caer en cuenta de varias cosas que quizás antes no se podía entender en su plenitud. Miremos como San Pío X nos completa el rompecabezas de por qué nuestra sociedad está infestada de vicios, malas costumbres, chabacanería imperante, y normalización del mal; todo esto se debe al grave desconocimiento de la doctrina esencial para nuestra salvación. Otro descubrimiento que podemos señalar, es la sombría realidad de los miles de personas que se condenan por el desconocimiento general de la fe; es totalmente cierto que los pecados de nuestra época, como son los de la impureza, la mentira, y la avaricia, arrojan un número inimaginable de personas a las fosas infernale, pero ¿cuántas veces nos acordamos de que faltar al deber de conocer nuestra fe debidamente, nos puede precipitar igual de fácil al abismo eterno? Este hecho lo sustenta San Pío X basado en el magisterio de su predecesor que también, por su parte, se fundamentaba en la enseñanza constante de la Iglesia; sabiendo esto, no se requieren más pruebas para acertar esta incómoda verdad. 

Algo tan obvio como la enseñanza del Catecismo debe ser tomado en rigor por parte de las autoridades eclesiásticas. Cuando la enseñanza se vuelve confusa, nebulosa, o llena de frivolidades del espíritu de la época, esta pierde su real eficacia de nutrir las almas de un conocimiento útil para su propia salvación. Justo esto San Pío X nos viene a destacar que la enseñanza a ciertos sectores de la población de la Cristiandad debe ser de una forma particular para que sea eficaz; este Pastor Supremo de la Iglesia sabía muy bien cómo llegarle a la gente por su origen humilde y difícil en los primeros años de su vida, esto ayudó a que pudiera entender de primera mano lo que el pueblo necesitaba. En ningún momento vemos que el Papa invita a creer en la opción preferencial de los pobres o a profesar la Teología de la Liberación

(mejor se debe llamar la Herejía de la Esclavitud) para poderle llegar mejor a los pobres y poder condenar al rico opresor ¡nada de esto! El Romano Pontífice esgrima la sencillez que se debe tener para enseñarle a todos, sean ricos o pobres, por esta razón, ya se ha estipulado una metodología con una eficacia comprobada con el tiempo para cumplir dicho fin; el auténtico enfoque se basa en exponer a todas las gentes las verdades del Evangelio sin distinción de cualquier factor. 

La última consideración de fondo que se puede efectuar del documento de marras, consiste en la enorme responsabilidad de los párrocos de velar activamente que se sigan las normativas expuestas por este Romano Pontífice con ilustre sapiencia. En diferentes puntos de la Encíclica se pudo recalcar la responsabilidad que tienen de ubicar un tiempo apto para dar catequesis, inclusive ellos deben velar por cualquier persona que ostente el título de catequista, ya que estos son una extensión de la doctrina que profesa el sacerdote. El catequista -deja en claro el Papa- tiene el deber de ser una persona muy instruida en la fe porque se le delega esta responsabilidad para poder ayudar a un sacerdote que tiene a una multitud inalcanzable de personas que atender. Muchas personas creen que -en el mejor de los casos por haber leído el catecismo unas veces, asistido a ciertas clases por un sacerdote arbitrario, completado un curso diocesano de catequesis, ya con esto es suficiente para recibir este privilegio -Sí, es un privilegio con gran responsabilidad que no constituye un derecho que cualquiera pueda recibir-, pues tristemente no, se requiere mucho más. San Pío X también señala de dónde debemos sacar nuestro material de aprendizaje en la fe. Fue sumamente benevolente en publicar esta Encíclica para exponer un problema, a su vez, publicar un catecismo en formato de preguntas y respuestas, fácil de entender para cualquier adulto; se expuso el problema para después mostrar la solución. 

El dulce Papa, para concluir estas consideraciones de fondo, nos expone claramente y sin trazo de ambigüedad, de dónde debemos extraer las fuentes de esta doctrina que hemos de predicar a todas las gentes. Como fue enunciado previamente, no solamente esta presente Encíclica Papal fue acompañada de un catecismo para adultos que vulgarmente hoy conocemos como El Catecismo Mayor de Papa San Pío X, el cual demuestra una fuente sólida de las enseñanzas perennes de la Santa Madre Iglesia. Inclusive, se puede agregar, que el Papa había citado otros lugares fidedignos para deleitarnos de la sana doctrina; siguiendo la línea fiel de

Papa San Pío X, es de carácter trascendental extraer la enseñanza catequética únicamente de sitios probados por el tiempo y libres de cualquier mínima mancha de mala doctrina. A consejo de este autor se puede recomendar: el Catecismo CREDO de Mons. Atanasio Schneider (Supremamente emblemático, tocando una variedad de temas actuales); El Catecismo Mayor de Papa San Pío X (plenamente docto, fácil para la lectura); El Catecismo Romano (Un catecismo más extenso, hecho para verdaderos maestros en la fe); Catecismo de la Doctrina Cristiana explicado y adaptado a la capacidad de los Niños de San Antonio María Claret (Este catecismo es una joya para moldear cristianamente la mente de los niños para que sean Católicos firmes en el futuro). Con estas recomendaciones, se puede esperar recibir una enseñanza pura que ha dado abundantes frutos dentro de la Iglesia de Cristo, que a su tiempo, el transcurrir de los años la ha puesto a prueba donde la misma no tambalea, sino que se fortalece.

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