Si la candidata demócrata salida del golpe de Estado blando que ha apartado a Joe Biden, la vicepresidente Kamala Harris, ganara las presidenciales en noviembre, el aborto a voluntad se impondría en todo el país.
De nada habría valido que el Tribunal Supremo, gracias a los jueces conservadores nominados por Trump, haya revocado la sentencia de los setenta Roe vs Wade que hacía del aborto un derecho constitucional, y que se ha traducido en 23 estados aprobando leyes que restringen considerablemente este procedimiento infanticida: si la presidente Kamala Harris, colada sin votación alguna como candidata demócrata, ganara las elecciones, el aborto a voluntad volverá a imponerse en todo el país.
Kamala Harris tiene un largo y elocuente historial como proaborista radical, llegando a perseguir, en su cargo de fiscal general de California, al periodista David Daleiden por exponer cómo directivos de la multinacional del aborto Planned Parenthood traficaban con órganos de fetos abortados.
Harris, está retomando la antigua promesa del presidente Joe Biden de firmar una ley que cree un derecho nacional al aborto a petición si tiene la oportunidad, lo que vuelve a poner en primer plano su propia historia de radicalismo proaborto.
Live Action informa de que la recién nombrada abanderada demócrata promocionó su «lucha por la libertad reproductiva, sabiendo que si [el ex presidente y candidato republicano Donald] Trump tiene la oportunidad, firmará una prohibición nacional del aborto para prohibir el aborto en todos los estados. Pero no dejaremos que eso ocurra».
«Es este equipo de aquí el que va a ayudar este noviembre a elegir a una mayoría de miembros del Congreso de Estados Unidos que estén de acuerdo en que el gobierno no debería decirle a una mujer qué hacer con su cuerpo», continuó Harris. «Y cuando el Congreso apruebe una ley para restaurar las libertades reproductivas, como presidenta de Estados Unidos, la promulgaré».
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