El Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos acaba de publicar, con la aprobación del Papa Francisco, su nuevo documento llamado ‘El Obispo de Roma. Primacía y sinodalidad en los diálogos ecuménicos y respuestas a la encíclica Ut unum sint’.
Se trata de un amplio documento de estudio de más de 140 páginas que presenta por primera vez una síntesis de las respuestas a la encíclica Ut unum sint y los diálogos ecuménicos sobre la cuestión del primado y la sinodalidad.
El documento concluye con una propuesta del Dicasterio que identifica las sugerencias más significativas presentadas para un ejercicio renovado del ministerio de unidad del Obispo de Roma «reconocido por todos y cada uno» (Ut unum sint, 95).
Según el Vaticano, el objetivo de este largo documento es encontrar una forma de ejercer el primado papal que sea aceptable para las Iglesias que estuvieron en plena comunión en los primeros siglos del cristianismo. A pesar de que no todos los diálogos teológicos han abordado el tema con la misma profundidad, se han identificado algunos «nuevos enfoques» sobre las cuestiones teológicas más controvertidas.
Revisión de los Textos Petrinos
Uno de los logros de estos diálogos ha sido una lectura renovada de los «textos petrinos», que históricamente han sido un obstáculo para la unidad cristiana. Los participantes en los diálogos han sido desafiados a evitar interpretaciones anacrónicas y a reconsiderar el papel de Pedro entre los apóstoles. Se ha redescubierto una diversidad de imágenes y modelos en el Nuevo Testamento, y conceptos como episkopé (ministerio de supervisión), diaconía y la «función petrina» han ayudado a entender mejor los textos petrinos.
Otro tema controvertido es la concepción católica de la primacía del Obispo de Roma como institución de derecho divino, mientras que otros cristianos la ven solo como de derecho humano. Las clarificaciones hermenéuticas han puesto esta dicotomía en nueva perspectiva, considerando la primacía como parte de la voluntad de Dios para la Iglesia, mediada a través de la historia humana. Se ha hecho hincapié en distinguir entre la esencia teológica y la contingencia histórica de la primacía, evaluando el contexto histórico que ha condicionado su ejercicio en diferentes épocas.
El ‘problema’ del Concilio Vaticano I y la infalibilidad papal
Las definiciones dogmáticas del Concilio Vaticano I han sido un obstáculo significativo. Sin embargo, varios diálogos ecuménicos han avanzado al realizar una «relectura» de este Concilio, abriendo nuevas vías para entender su enseñanza, también a la luz de los contextos históricos y del Vaticano II.
Se ha reinterpretado la jurisdicción universal del Papa, identificando su extensión y límites, y se han aclarado aspectos del dogma de la infalibilidad, reconociendo la necesidad de un ejercicio personal del ministerio de la enseñanza en ciertas circunstancias, ya que la unidad de los cristianos es una unidad en la verdad y el amor.
Muchos diálogos teológicos han reconocido la necesidad de una primacía a nivel universal. Basándose en la tradición apostólica, algunos diálogos sostienen que el cristianismo se fundó sobre sedes apostólicas principales, siendo Roma la primera. Se ha señalado la interdependencia entre primacía y sinodalidad a todos los niveles de la Iglesia. También se han identificado criterios del primer milenio como puntos de referencia para un ejercicio aceptable de un ministerio de unidad a nivel universal, como la primacía de honor del Obispo de Roma y la interdependencia entre las dimensiones primada y sinodal.
Primacía y Sinodalidad
Se reconoce que el primer milenio de la historia cristiana no debe idealizarse, ya que la primacía universal debe responder a desafíos contemporáneos. Se identificaron principios para el ejercicio de la primacía en el siglo XXI, incluyendo la interdependencia entre primacía y sinodalidad y la necesidad de un ejercicio sinodal de la primacía. Se acordó sobre la relación entre la Iglesia local y universal, insistiendo en que no pueden separarse.
Papel de las Conferencias Episcopales y limitación del poder del Papa
En el documento se subrayala necesidad de equilibrar el ejercicio del primado a nivel regional y universal. Algunos diálogos piden reforzar las conferencias episcopales católicas y una descentralización inspirada en el modelo de las antiguas Iglesias patriarcales. Una petición que va en dirección contraria del centralismo impuesto por Francisco durante su pontificado. Sin ir más lejos, el último ejemplo es el documento de Doctrina de la Fe sobre los fenómenos sobrenaturales que restó poder a los obispos locales en favor de la Santa Sede.
Por otro lado, el principio de subsidiariedad es clave: «ningún asunto que pueda tratarse adecuadamente en un nivel inferior debe llevarse a un nivel superior». Esto se aplica para definir un modelo de «unidad en la diversidad», sugiriendo una limitación en el poder del Obispo de Roma, reconociendo la necesidad de autoridad suficiente para enfrentar desafíos y obligaciones complejas.
Sugerencias Prácticas
Se propone una nueva interpretación de las enseñanzas del Vaticano I, integrada en una eclesiología de comunión y adaptada al contexto actual. También se sugiere una distinción clara entre las responsabilidades del Obispo de Roma y un mayor énfasis en su ministerio en la diócesis de Roma. Además, se pide desarrollar la sinodalidad dentro de la Iglesia católica, mejorando la autoridad de las conferencias episcopales y la implicación del pueblo de Dios en procesos sinodales. Finalmente, se propone promover la «comunión conciliar» mediante encuentros regulares entre líderes de la Iglesia y fomentar la sinodalidad con acciones y testimonios conjuntos entre obispos y primados.
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