Cobardía Episcopal

Cobardía Episcopal

Tras el ridículo perpetrado por el Diario EL PAÍS con el escándalo Bollycao, el medio de Grupo PRISA ha festejado a su manera el Día de la Marmota, despertando de su impostado letargo y pretendiendo que el gran público haya indultado por amnesia el resultado de la auditoría que dejó en cueros el autogalardonado periodismo de sus becarios.

Resulta que han vuelto a la carga. Y ahora, como si de seres neutrales y limpios se tratara, repiten la estrategia original de enviar un tercer grado a los obispos, conscientes de que la dureza de los mitrados solo se despliega ante sus propios correligionarios mientras reservan su bondad, comprensión y cooperación para con los enemigos de la Iglesia. Los socialdemócratas volverán a acertar en su estrategia y los solideos más mediocres intelectualmente cooperarán con ellos en la formación de su relato. Triste, muy triste.

Si yo fuera quien lleva la comunicación de mis pastores subordinaría las respuestas a las que EL PAÍS sigue sin dar sobre las publicaciones falsas y sus automáticos contagios al Hermano de Iñaki, alias Defensor del Pueblo, por mandato de Pedro Sánchez. Dicho de otro modo, antes de conceder a esos individuos el derecho a preguntar lo que sesgadamente les interese y aguantar acongojados en los palacios episcopales a ver si con suerte el palo se lo dan a otro solideo (como si de otra iglesia o de otro credo se tratara) les exigiría que aclararan ellos antes unas minúsculas preguntas que aún no han respondido.

A saber: ¿A qué personas han pagado indemnizaciones EL PAÍS por acusarlas de abusos sexuales falsamente? ¿Cuántos casos inexistentes han tendido que rectificar?  ¿Por qué han ignorado a víctimas cuando sabían que sus agresores no tenían vinculación con la Iglesia Católica? ¿Cuántas y cuáles? ¿Por qué se enfadan tanto cuando se habla de homosexualidad pedófila a pesar de lo concluyente de sus propios datos numéricos (9 de cada 10)? ¿Cómo han aplicado la presunción de inocencia?

Una vez aclarado esto, no habría inconveniente en responder cuestionario alguno, abrirles las puertas de nuestras casas, regalar cualquier exclusiva o conceder una entrevista a esos muchachos, muchachas y muchaches.

Desgraciadamente nada de esto ocurrirá. Es más, posiblemente el imputable Omella vuelva a dar las gracias a ese periódico mientras intenta hacer un chistecillo naif para parecer más campechano.

El pueblo cristiano conocerá, por este medio o por otros -me comprometo a ello públicamente- qué obispos han colaborado con EL PAÍS en esta secuela de su campaña contra la Iglesia. Añadiré, además, el nombre de los responsables de comunicación de cada diócesis para que no quede rastro de dudas. No acepto el argumento tan manido de “yo le dije al obispo que no lo hiciera, pero insistió y yo acepté porque él es el jefe”. Respeta tu trabajo. Respeta tu profesión y dimite antes de hacer aquello en lo que no crees. Puedes hacer como Íñigo Domínguez tras comerse el Bollycao y borrar todo rastro de tus pifias eliminando esos bochornos de las redes sociales, pero ya está bien de sumisiones a quienes solo quieren erosionar a la Iglesia. Se acabó.

Nos seguiremos viendo; prometido.

 

Aurora Buendía.

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