El cardenal Cobo acierta cuando rectifica

El cardenal Cobo acierta cuando rectifica

El corresponsal en Madrid de la Comunidad de Lanceros está siguiendo de cerca los pasos del nuevo arzobispo y cardenal de Madrid. Después de las declaraciones a los medios ha entrado en un estado de reflexión y letargo. Deja el cambio radical de los vicarios para el otoño. Alguno ya se da por despachado y busca una parroquia lustrosa.  

En el primer movimiento, el arzobispo y cardenal Cobo ha acertado cuando ha rectificado. Se trataba de elegir secretario particular, puesto delicado. La teresiana, de cuyo nombre ya nadie se acuerda, que acompañó a Osoro en Madrid recogió sus pertenencias para seguir atendiendo a su Eminencia olvidada. 

El primero en el que pensó el nuevo arzobispo fue en el ínclito Andrés Ramos Castro, un clásico. Sí, el sacerdote gallego secretario de don Fidel Herráez que después le traicionó. Ramos Castro, obsequioso con el poder, ocupa la secretaría de la Provincia Eclesiástica y no se contentaba con ella. Con un papel destacado en la organización de la despedida de Osoro y la llegada del nuevo arzobispo, Cobo se deslumbró con su eficacia.  

Con lo que no contaba el nuevo arzobispo de Madrid es que el gallego se dedicó a dar pábulo a su nombramiento de secretario particular del arzobispo y de lo que mucho que le apreciaba el nuevo cardenal madrileño. Esto provocó que su Eminencia Reverendísima comenzara a recibir comentarios y llamadas sobre ese nombramiento. Seguro que el nuevo arzobispo no sabía lo que debía antes de tomar la decisión. También entra la posibilidad de que alguien se la haya querido colocar, que todo es posible en la viña del Señor. 

La historia termina cuando el arzobispo de Madrid cambia de idea y nombra secretario a un sacerdote del que todo el mundo habla fenomenal, Juan Francisco Macías, párroco de la parroquia Beata María Ana de Jesús, procedente de Tunte, Gran Canaria. El cura que ayudaba a Santos Montoya cuando fue llamado por Osoro para que le auxiliara. 

Juan Francisco Macías tendrá un nuevo cargo, jefe de la Oficina del Arzobispo. La inteligencia política de Cobo, que la tiene y mucha, le ha librado de la primera trampa que le habían tendido. Para dejar tranquilo a don Andrés diremos que no aceptó el nombramiento por razones personales. 

Deseamos de corazón que el cardenal Cobo siga por el buen camino. 

Diego Lanzas

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