Pedofilia, que Occidente deje de ignorarla

Pedofilia, que Occidente deje de ignorarla

(Nuova Bussola Quotidiana)- Ahora la ONU, Europa, la OTAN y Estados Unidos se indignarán, con razón, por las niñas con velo. Pero no debemos pasar por alto la complicidad con las decenas de miles de niños violados y vendidos por las tropas occidentales, especialmente estadounidenses, incluso después de los informes del Foreign Policy que hablaban de una «deplorable tragedia».

Es necesario investigar a fondo la derrota en Afganistán, hay que hacerlo sin hipocresías y evitando llenarnos la boca con los derechos humanos de niños, niñas y mujeres. No finjamos no conocer la complicidad tolerante de las tropas occidentales, especialmente las estadounidenses, hacia la pedofilia masculina practicada por altos funcionarios, policías, señores de la guerra. La pedofilia, prohibida por los talibanes hasta 2001, ha resurgido y se ha desarrollado durante 20 años bajo los gobiernos democráticos que nosotros hemos apoyado.

Desde al menos 2010, la CNN ha estado pidiendo abiertamente a la administración Obama que ordenase a “diplomáticos y generales que dejaran de mirar hacia otra parte ante el abuso sexual generalizado de niños. Cuando nuestras tropas ayudaron a liberar Afganistán en 2001, los talibanes habían frenado en gran medida la pedofilia. Sin embargo, desde entonces esta ha vuelto”.

Sobre la misma tragedia, el documental ‘Frontline’, en el que un reportero afgano describe cómo “en Afganistán, una antigua tradición, prohibida cuando los talibanes estaban en el poder, ha resurgido en todo el país: centenares de niños, a menudo pequeños de tan solo 11 años, son captados en las calles con la promesa de una nueva vida, muchos sin saber que su verdadero destino es ser utilizados para el entretenimiento y el sexo”.

Ya hubo, hace once años, testimonios de representantes de la ONU que informaban sobre esta forma de esclavitud sexual de niños de entre 8 y 17 años e informes del Departamento de Estado denunciaban con franqueza: «El abuso infantil era endémico en todo el país: abuso físico, abuso sexual, negligencia y trabajo forzoso confinado para pagar las deudas familiares; la mayoría de los abusadores sexuales de niños no han sido arrestados”.

La CNN, una vez analizados los despachos de militares y diplomáticos estadounidenses, no observó acciones para sancionar estas prácticas pedófilas, ni llamamientos para proteger a los niños. Así que, desde hace al menos una década, sabemos que ha existido una clara complicidad occidental en la lacra de la pedofilia de niños varones que se ha ido desarrollando sin disimulo.

En 2013, el ‘Foreign Policy’ escribía: “La tragedia más deplorable, que en realidad se ha vuelto generalizada desde 2001, es la práctica del bacha bazi, o pedofilia practicada por hombres poderosos y ‘sus’ adolescentes… una de las violaciones más graves de los derechos humanos en el mundo. Los adolescentes, que son entrenados para mantener relaciones sexuales con hombres, son comprados o, en algunos casos, secuestrados por sus familias y empujados a un mundo que los despoja de su identidad masculina. Estos chicos a menudo se ven obligados a vestirse como mujeres, maquillarse y bailar en fiestas para hombres. Se espera que participen en actos sexuales con pretendientes mucho más mayores, a menudo convirtiéndose en el subordinado sexual de un hombre o de un grupo durante mucho tiempo”.

Solo a raíz del artículo del New York Times de 2015 sobre pedofilia, el Congreso y el gobierno de EE.UU. decidieron realizar un informe sobre el fenómeno y solo en enero de 2018 el ‘New York Times’ pudo describir el contenido del documento en el que se afirma que “en 5.753 ocasiones, entre 2010 y 2016, el ejército de EE.UU. pidió examinar las unidades militares afganas para ver si existían casos de ‘graves abusos contra los derechos humanos’. Si los había, la ley estadounidense exigía que se redujeran las ayudas militares a las unidades culpables. No ocurrió ni una sola vez. Este fue el resultado de una investigación sobre el abuso sexual a niños por parte de las fuerzas de seguridad afganas y la presunta indiferencia del ejército estadounidense, según un informe tan explosivo que originalmente fue marcado como Secreto/No Público, con la recomendación de que permaneciera clasificado hasta el 9 de junio de 2042”.

En el artículo del NYT hay varias historias de militares y oficiales estadounidenses destituidos de sus batallones por haber denunciado los abusos y haber pedido que se interviniera a sus superiores. ‘The Guardian’ retomó el tema en otoño de 2019 con un reportaje sobre la pequeña provincia de Logar, en el sureste del país, contando cómo un círculo de poderosos empresarios, altos mandos policiales y funcionarios escolares abusaba de unos 600 niños y adolescentes de entre 13 y 18-20  años, comprados para ser abusados sexualmente y chantajeados por sus ‘amos’ con videos publicados en las redes sociales. No hubo imputados entre los culpables, mientras que los periodistas fueron protegidos en las cárceles del país por su seguridad.

Dos años después, en enero de 2020, el semanario británico The Week informó que el Ministerio de Educación y la Fiscalía General del país estaban investigando los abusos sexuales y pedófilos en las escuelas y la posible complicidad de maestros y funcionarios, pero el Presidente de la Comisión independiente por los derechos humanos, Shaharzad Akbar, confirmaba que en Afganistán existe la costumbre de «trasladar a las personas acusadas de estos delitos a otras oficinas o provincias como forma de castigo».

Varias decenas de miles de niños varones han sido abusados durante los últimos 20 años bajo la mirada cómplice de los ejércitos occidentales. Todo esto, en marcado contraste con la promoción de los derechos humanos, los valores europeos, las Declaraciones de la ONU, el derecho de las niñas y mujeres a asistir a la escuela. Es triste admitir que no se ha hecho nada para frenar la producción de opio en Afganistán a pesar de que toda nación decente debe respetar una línea roja, que separa el mundo de los compromisos del de los valores no negociables, independientemente de las consecuencias. Esta línea fue cruzada durante veinte años por las democracias occidentales, cómplices de la pedofilia y el abuso infantil en Afganistán. Ahora, que no vengan desde la ONU, Europa, la OTAN o Estados Unidos, a hablar de los derechos humanos de las niñas por el velo que tendrán que llevar. No se puede ignorar la complicidad sobre las decenas de miles de niños violados y vendidos. Solo pensarlo es una confirmación de cuán profundamente arraigada está la pedofilia en nuestras clases dominantes.

Publicado por Luca Volontè en la Nuova Bussola Quotidiana.

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.

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