Mons. João Scognamiglio Clá Dias explica que, teniendo en cuenta su edad, ha decidido renunciar a los cargos de Superior General de la Sociedad Clerical de Vida Apostólica Virgo Flos Carmeli y Presidente General de la Asociación Privada de fieles Heraldos del Evangelio.
El pasado 2 de junio, Mons. João Scognamiglio Clá Dias presentó su renuncia como Superior General de la Sociedad Clerical de Vida Apostólica Virgo Flos Carmeli y Presidente General de la Asociación Privada de fieles Heraldos del Evangelio.
En una carta dirigida a los miembros de los Heraldos del Evangelio, Mons. João Clá Dias explica que su renuncia a dirigir la obra que él fundó se debe a su edad y al crecimiento y envergadura de la institución.
«Considerando mis setenta y siete años, teniendo en vista claramente toda la envergadura y el prodigioso crecimiento de esta Obra, nacida de mis manos, y sabiendo que delante de Dios tiene un valor mucho mayor el ser que el hacer; después de mucho rezar, me pareció más justo a los ojos de Dios y de María Santísima renunciar a mi cargo de Superior General», señala en su carta.
En el texto, el fundador de los Heraldos del Evangelio también manifiesta su intención de no renunciar a su misión de padre: «Continuaré a disposición de todos y cada uno, por saberme constituido por Dios como modelo y guardián vivo de este carisma, que me fue confiado por el Espíritu Santo.»
Los Heraldos del Evangelio son la primera Asociación Internacional de Fieles de Derecho Pontificio erigida por la Santa Sede en el tercer milenio, el 22 de febrero de 2001. Fundada por Mons. João Clá Dias, está formada principalmente por jóvenes y presente en 78 países.
Según se define en los estatutos de Los Heraldos, su espiritualidad tiene como líneas maestras “la adoración a Jesús Eucarístico, la filial piedad Mariana y la devoción al Papado, fundamento visible de la unidad de la Fe”.
El pasado 7 de junio, Marco Tosatti informaba en un artículo en La Nuova Bussola Quotidiana que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada estaría preparando una visita apostólica a la Los Heraldos del Evangelio.
Fuentes de la Congregación consultadas por Tosatti aseguran que se está formando una comisión compuesta por un obispo, una religiosa y un canonista con el fin de analizar la situación de la institución.
Según señala Vatican Insider, la investigación vaticana parte de algunas cartas y vídeos enviados a Roma en los que se indica la práctica de una especie de «culto» a la madre de Plinio Corrêa, Donna Lucilia, del mismo Corrêa y también de João Scognamiglio Clá Dias.
A continuación la carta de Mons. João Scognamiglio Clá Dias a los miembros de los Heraldos difundida por Gaudium Press:
A MIS HIJOS ESPIRITUALES
Desde toda la Eternidad, la comunión entre el Padre y el Hijo, envuelta en las amorosas llamaradas del Espíritu Santo, consistía también en considerar todas las infinitas maravillas que, al unísono, la Trinidad Beatísima operaría en la Obra de la Creación. Anteviendo toda la gloria y el esplendor que las Tres Personas Divinas derramarían sobre sus criaturas, el brillo de su inconmensurable amor resplandecía todavía más.
Sin embargo, a los ojos del Verbo Eterno, poco o casi nada valía aquello. El camino más glorioso era aquél que Dios había reservado a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad: «Se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. […] Se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de Cruz».
En el transcurso de su vida terrena, el Verbo Encarnado no hizo otra cosa sino mostrar a la humanidad que la vía más luminosa, y la única que conduce a la verdadera gloria, es la vía de la abnegación y del sufrimiento bien aceptado. «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga».
Así, pues, considerando mis setenta y siete años -sesenta de los cuales de labor y sufrimientos al servicio de la Santa Iglesia Católica-, teniendo en vista claramente toda la envergadura y el prodigioso crecimiento de esta Obra, nacida de mis manos, y sabiendo que delante de Dios tiene un valor mucho mayor el ser que el hacer; después de mucho rezar, me pareció más justo a los ojos de Dios y de María Santísima renunciar a mi cargo de Superior General, a fin de que un hijo mío, bajo la acción del Espíritu Santo, pueda conducir esta Obra hacia la perfección que desea Nuestra Señora, tal como la imprimió en el alma del Fundador.
Al dejar este cargo, no puedo -ni es mi deseo-, delante de Dios, renunciar a mi misión de padre. Hago a la Trinidad Santísima, por medio de mi Madre y Señora, la Virgen María, el firme propósito de continuar intercediendo por mis hijos junto a Dios, con mis súplicas y preces. Continuaré a disposición de todos y cada uno, por saberme constituido por Dios como modelo y guardián vivo de este carisma, que me fue confiado por el Espíritu Santo.
Ruego a todos que continúen rezando por mí y por esta Obra, a fin de que todo el proyecto que Dios tiene sobre nosotros alcance todo su esplendor, para gloria suya y de la Santa Iglesia, a fin de que sea instaurada en la tierra la plena unión con los Cielos: el Reino de María Santísima.
Caieiras, 2 de junio de 2017
Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP
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