León IV: Levantó murallas para proteger a Pedro en la «Ciudad Leonina»

León IV: Levantó murallas para proteger a Pedro en la «Ciudad Leonina»

Introducción a la serie

El recién elegido Papa León XIV, anteriormente el cardenal Robert Prevost, ha escogido un nombre cargado de historia. Nada menos que trece papas le precedieron con ese nombre, muchos de ellos en tiempos convulsos, y varios dignos de figurar entre los grandes pastores de la Iglesia.

Durante varios domingos, en esta serie titulada “Los Leones de la Iglesia”, recordaremos a esos trece predecesores. No para una mera contemplación arqueológica, sino para descubrir qué enseñanzas vivas podemos heredar hoy de su ejemplo, en un momento en que la Iglesia necesita claridad, firmeza y esperanza.

El defensor de Roma que fundó la Ciudad Leonina

San León IV fue elegido Papa en el año 847, en un contexto marcado por los saqueos sarracenos. Apenas tres años antes, en 846, Roma había sido atacada por piratas musulmanes que no solo saquearon iglesias, sino que profanaron incluso la tumba del apóstol san Pedro. La colina Vaticana, que en aquel entonces quedaba fuera de la muralla de Aureliano, era un blanco fácil. El deshonor sufrido no era solo militar, sino espiritual.

Lejos de resignarse, León IV respondió con una iniciativa firme y providencial: ordenó la construcción de una nueva muralla para proteger la Basílica de San Pedro y su entorno. Así nació lo que hoy conocemos como la Ciudad Leonina, primer enclave amurallado en torno al Vaticano. Aquellas defensas, levantadas con ayuda de múltiples ciudades aliadas, marcaron el inicio de una Roma fortalecida y centrada en la tumba del Apóstol.

León IV no solo restauró lo dañado, sino que dotó de estructura urbana, fortaleza y sentido de misión a un espacio que hasta entonces había sido vulnerable. Se convirtió así en *un constructor de cristiandad*, en el sentido más literal y simbólico del término.

Un Papa sinodal de verdad

San León IV también dejó huella en la vida eclesial mediante la celebración de tres sínodos durante su pontificado. El más significativo, en el año 850, se celebró en presencia del emperador Luis II el Joven. Aunque estos sínodos no dejaron definiciones doctrinales de gran alcance, mostraron algo que no se improvisa: una Iglesia organizada, con autoridad, y capaz de deliberar con seriedad.

En tiempos en que los sínodos tienden a ser reuniones sin definición o plataformas para la confusión, León IV representa otro modelo: el del Papa que escucha sin dejar de enseñar. Un Papa que consulta sin abdicar de su responsabilidad.

Lo que nos dice hoy San León IV

En cada uno de estos artículos, queremos cerrar con una mirada actual. León IV fue un Papa que entendió que defender los lugares santos no es un gesto simbólico, sino una exigencia moral. Frente a los ataques reales y a las profanaciones, no se limitó a pedir diálogo, sino que edificó murallas, restauró lo dañado y reorganizó la defensa.

Convocó sínodos, sí —pero no para disolver la doctrina, sino para reforzarla—, y comprendió que la unidad de la Iglesia se construye desde la fortaleza, no desde la ambigüedad.

León XIV llega al pontificado tras un Papa, Francisco, que ha sido con frecuencia tolerante —e incluso propagador— de errores teológicos graves. En tiempos en que muchos confunden la caridad con la rendición y la misericordia con la renuncia a la verdad, León XIV tiene ante sí el desafío de heredar esa claridad, ese coraje y esa fidelidad que hicieron de León IV un verdadero defensor de la fe, tanto con ladrillos como con doctrina.

Que Dios le conceda la valentía que dio a León IV.

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