Retana, obispo de Salamanca, asegura que en su diocesis los inmigrantes estan integrados

Obispo Retana de Salamanca durante una entrevista en su despacho

El 16 de julio, el obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, difundió una carta a propósito de los disturbios en Torre Pacheco (Murcia), en los que se han producido enfrentamientos entre migrantes y vecinos españoles. En su mensaje, el prelado se solidariza con los inmigrantes, condena la violencia y denuncia los discursos de odio y las propuestas de expulsión generalizada. Afirma que los migrantes están fuertemente integrados, agradece su labor en la atención a mayores y trabajos esenciales, y exhorta a los fieles a mantenerse vigilantes frente a actitudes xenófobas. Cierra recordando que fui forastero y me hospedasteis.

Todo el mundo tiene derecho a hablar… incluso de lo que no conoce

Uno lee la carta del obispo de Salamanca y no sabe si está leyendo a un pastor o al portavoz de una ONG subvencionada. Se echa en falta alguna alusión a las causas reales del malestar social, alguna mención a las agresiones, a los índices de criminalidad, o a las condiciones de inseguridad que viven tantos barrios humildes convertidos en laboratorio de integración forzosa. Pero no: todo es acogida, respeto, valores y dignidad, aunque se esté hablando de disturbios, enfrentamientos con la policía o miedo en las calles.

Sorprende también el entusiasmo con el que el prelado asegura que los migrantes están fuertemente integrados en su diócesis. ¿Lo ha comprobado personalmente? ¿Ha convivido en alguno de los barrios donde los autóctonos son ya minoría? ¿Ha hablado con alguna de las familias que no pueden dormir por los botellones o que tienen miedo de que sus hijos vayan al parque? ¿O se ha limitado a leer los informes de Cáritas y del Departamento de Migraciones de la CEE, esos mismos que nunca reconocen un solo fallo en sus planes de integración?


Mensaje a la comunidad diocesana ante los sucesos de Torre Pacheco

Como Iglesia que camina en la Diócesis de Salamanca, queremos unirnos al grito de todas las personas de buena voluntad, de las comunidades cristianas, asociaciones civiles, delegaciones diocesanas de migración, Cáritas diocesanas y al comunicado del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. Compartimos la preocupación, el rechazo y la repulsa ante las proclamas y acusaciones que, en estos días, algunos grupos y personas están vertiendo contra los migrantes afincados en nuestro país. Nos duele profundamente que incluso estén pidiendo una expulsión generalizada e inciten a la violencia a través de las redes sociales, provocando enfrentamientos entre migrantes y población local, como lamentablemente está sucediendo estos días en Torre Pacheco (Murcia) y en otros lugares de nuestra geografía.

Queremos reconocer y agradecer que, en nuestra diócesis y provincia, los migrantes están fuertemente integrados. Contribuyen a paliar las consecuencias del envejecimiento de nuestra provincia, pues son, en gran medida, los cuidadores de nuestros mayores en sus hogares, en las residencias y en los hospitales. Atienden a las personas más vulnerables y asumen trabajos que, muchas veces, no estamos dispuestos a realizar los autóctonos, en la hostelería o en el medio rural. Todo esto, como creyentes, debe suscitar en nosotros un agradecimiento enorme en forma de acogida incondicional, generando espacios de convivencia y así dejarnos contagiar por sus valores, aprender de su generosidad y valentía al salir de su tierra para ayudar a sus familias o huir de la violencia. Esto nos alejará de prejuicios y permitirá rechazar con firmeza cualquier tipo de violencia contra estos hermanos.

Además, no podemos pasar por alto que la presencia de personas migrantes está revitalizando y dando un nuevo impulso a la vida de muchas de nuestras parroquias y comunidades cristianas. Basta mirar los grupos de catequesis y la participación en la Eucaristía para comprobarlo.

Es tiempo de mantenernos vigilantes y de comprometernos a ser cuidadosos en gestos y palabras que construyan, a no darnos vacaciones en la acogida y en la valoración del diferente. Aprovechemos este tiempo de verano para conocer más y mejor a nuestros vecinos migrantes, combatir bulos y prejuicios que alimentan actitudes xenófobas y que, desgraciadamente, conducen a una violencia que se aleja del mensaje de Jesús de Nazaret: Fui forastero y me hospedasteis (Mt 25,35).

José Luis Retana, obispo de Salamanca