“El pueblo está masacrado y humillado”: dramático llamado del arzobispo siro-católico de Homs

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El arzobispo siro-católico de Homs, Mons. Jacques Mourad, ha lanzado un urgente llamamiento por el futuro de la presencia cristiana en Siria, en un contexto de grave deterioro político, social y humanitario. Jesús quiere que su Iglesia permanezca en Siria, aseguró el prelado, quien ha sido testigo directo de la violencia y el sufrimiento que asolan el país.

Una Iglesia amenazada pero firme en su vocación

Mons. Mourad, originario de Alepo y monje del monasterio de San Moisés el Abisinio, fue secuestrado por el autodenominado Estado Islámico en 2015 y logró escapar tras cinco meses de cautiverio. En una reciente entrevista concedida a la agencia vaticana Fides, el arzobispo no ocultó su dolor: Hoy Siria ha dejado de existir como país, afirmó. No obstante, subrayó con firmeza que la voluntad de Dios no es el éxodo cristiano: La idea de vaciar Siria de cristianos no es ciertamente la voluntad de Dios.

Caída del régimen y caos institucional

Desde la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024, Siria ha entrado en una etapa de creciente fragmentación. Pese a las esperanzas depositadas en una transición democrática, el país se encuentra inmerso en una espiral de violencia. Las principales ciudades —Idlib, Alepo y Damasco— son escenario de enfrentamientos entre múltiples facciones armadas. La población civil padece asesinatos selectivos, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias.

Mons. Mourad denunció abiertamente al gobierno actual: No tiene ningún respeto por el pueblo sirio ni por su historia. Lamentó, además, la reciente masacre de cristianos ortodoxos en Damasco, ocurrida durante la celebración de la Divina Liturgia en la iglesia de San Elías.

Presiones y hostigamiento religioso

A la inseguridad generalizada se suma la hostilidad contra los cristianos. Según el arzobispo, se emplean vehículos oficiales para difundir llamados a la conversión al islam, mediante altavoces que recitan versículos del Corán. El pueblo ya no cree en este Gobierno, aseguró.

Sobre los rumores de una posible renovación del armisticio con Israel, Mourad expresó su escepticismo: Casi todo el pueblo desea la paz, también con Israel, porque todos están cansados de la guerra. Pero si ahora se llegara a un acuerdo, sería solo porque Siria está débil. Sería otro acto de humillación.

Una crisis humanitaria sin precedentes

La situación económica y social del país es igualmente alarmante. Mons. Mourad describió un escenario marcado por la pobreza extrema, el agotamiento social y la humillación cotidiana: Estamos masacrados, humillados, cansados. No tenemos la fuerza para recuperar por nosotros mismos nuestra dignidad.

Advirtió que sin un apoyo político internacional real, dirigido al pueblo y no a las estructuras del poder, estamos acabados.

La Iglesia como único faro de esperanza

A pesar de las adversidades, el arzobispo insiste en que la Iglesia debe permanecer y actuar como faro de esperanza. La Iglesia es la única referencia de esperanza para todo el pueblo sirio, no sólo para los cristianos, sostuvo. En ese espíritu, ha visitado personalmente todas las parroquias de su arquidiócesis para animar a los fieles. Gracias a Dios, siempre siento al Señor acompañándome en las palabras que dirijo al pueblo.

Asimismo, destacó el esfuerzo por mantener el diálogo interreligioso, especialmente en Homs, donde se promueven encuentros entre alauitas, ismaelitas, suníes y cristianos. Todos estamos en el mismo barco, recordó, citando al Papa Francisco.

Educación, salud y futuro para los jóvenes

Con la vista puesta en la reconstrucción del país, Mons. Mourad subrayó la importancia de que la Iglesia se implique en la restauración del sistema educativo y sanitario. Mientras algunas escuelas funcionan en Alepo y Damasco, en Homs no hay nada, lamentó.

Además, hizo un llamado a apoyar a los jóvenes: Necesitamos casas para los jóvenes que quieren casarse, centros pastorales y culturales que les permitan quedarse. La falta de perspectivas, advirtió, alimenta la emigración.

Un deber eclesial irrenunciable

Mons. Mourad concluyó su intervención reafirmando su esperanza:

Faltan recursos, pero el horizonte está claro: así podemos seguir adelante, en el camino de nuestra Iglesia en Siria. Porque esta es, sin duda, la voluntad de Jesús.

Tenemos el deber de proteger a nuestros fieles y hacer todo lo posible para garantizar el futuro de la Iglesia en Siria

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Fuente: ACI Prensa