Día 5: Novena a N. Sra. del Carmen

Día 5 de la novena a la Virgen del Carmen con el Niño Jesús en brazos

La devoción a la Virgen del Carmen ocupa un lugar destacado en la vida espiritual de millones de fieles en todo el mundo, especialmente entre quienes confían en su poderosa intercesión como Madre y Reina del Carmelo. En InfoVaticana, ofrecemos esta novena como una guía para preparar el corazón con fervor y recogimiento en los días previos a su festividad, el 16 de julio. Esta práctica espiritual no solo fortalece la fe, sino que también nos recuerda la promesa de protección que la Virgen del Carmen otorga a quienes portan con devoción su santo escapulario.

Saludo

(Oración para todos los días)

Oh María, Virgen del Carmen, Madre amorosa y cercana, aquí llego sediento de tu abrazo y de tu mirada, buscando en Ti consuelo y fuerza para seguir adelante.

Al cruzar el umbral de tu presencia, me encuentro con tus ojos, esos ojos que miran con ternura infinita y firmeza segura, una mirada que alienta y sostiene cuando la vida se vuelve tormenta, una luz serena que disipa las sombras del desaliento.

Con espíritu alegre y humilde, me acerco a saludarte, con el gozo sencillo de quien ha hallado un refugio verdadero. Es un encuentro de confianza plena, de fe sin reservas, de esperanza viva que no se apaga ni ante la prueba más dura.

La ilusión se renueva en mi corazón porque sé que soy tu hijo, y el ánimo crece porque en tu corazón inmaculado está la promesa de un amor que no falla, de una protección constante, de una guía firme hacia la cima donde Cristo, el Monte de la perfección, nos espera para darnos la vida plena.

Madre y Capitana del Escapulario, que proteges a tus cruzados y guías la barquichuela de nuestra vida, cúbreme con tu capa blanca, ciérrame por dentro para que ningún temor ni sombra pueda alejarme de Ti, acompaña cada paso, ilumina cada decisión, y lleva mi corazón hasta la alegría eterna que solo en tu Hijo se encuentra.

Oh estrella de los mares, refugio de los navegantes, sé mi faro en las noches de tormenta, guía firme que conduce a la paz del puerto seguro.

Día 5

Al ver al Eterno en vuelto en los pañales,
y oigo el tierno vagido del Verbo entre las pajas,
¿podría yo, María, en ese instante,
envidiar a los ángeles?
¡Su Señor adorable es mi hermano querido!
¡Cómo te amo, María, cuando en nuestra ribera
abres para nosotros esa divina Flor!
¡Cómo te amo, Virgen, cuando escuchas
a los simples pastores, y a los magos,
y guardas y meditas todo eso
dentro del corazón!

Te amo cuando te mezclas con las demás mujeres
que dirigen sus pasos al templo del Señor.
Te amo cuando presentas al Niño que nos salva
al venerable anciano que le toma en sus brazos.
Al principio yo escucho sonriendo
su cántico, mas pronto sus acentos
hacen correr mis lágrimas.
Hundiendo en el futuro su mirada profética,
Simeón te presenta la espada del dolor.

¡Oh Reina de los mártires, la espada dolorosa
traspasará tu pecho
hasta la tarde misma de tu vida!
Ya te ves obligada
a abandonar el suelo de tu patria
por escapar, huyendo,
del furor sanguinario de un envidioso rey.
Jesús duerme tranquilo
bajo los suaves pliegues de tu velo
cuando José te advierte que hay que partir aprisa.
Y es pronto tu obediencia:
tú partes sin demora y sin razonamientos.

Oración-meditación

Hermana mía, Teresita,
que viste en María al Niño Dios en la pobreza y en la huida,
enséñame a reconocer la grandeza escondida en lo humilde,
a aceptar el dolor y el destierro con fe firme,
y a caminar confiado bajo la capa blanca de la Reina mía.

Haz que mi corazón se llene de ternura,
que mis lágrimas se conviertan en oración,
y que pueda ser siempre obediente y valiente
como María, mi Madre Sacratísima.

Amén.

Por: Pbro. Alberto José Glez. Chaves