José Enrique Serrano: Abuelo mártir en el 36, nieto fontanero de los verdugos

José Enrique Serrano durante una intervención pública en un acto institucional de Europa Press

Ha muerto José Enrique Serrano. Lo he leído en el Twitter de Pedro Sánchez, que le alababa con entusiasmo. No hay mucho más que añadir. Fue jefe de gabinete de Felipe González y de José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los cerebros discretos de la maquinaria socialista.

Pero su muerte no es solo una nota necrológica más. Es un síntoma nacional. Porque José Enrique Serrano era nieto de Francisco Martínez García, mártir de la fe, miembro de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), catedrático de Filosofía, director de La Verdad, alcalde de Murcia y jefe regional de la Comunión Tradicionalista. Fue asesinado el 5 de agosto de 1936 por odio a la fe, en Tribaldos (Cuenca), según la tradición familiar, rezando el rosario. Su causa de canonización está hoy en fase romana.

Un legado de fe y martirio

Francisco Martínez consagró su ciudad al Sagrado Corazón. Defendió la enseñanza religiosa cuando la República expulsó a los sacerdotes. Escribía sobre doctrina social católica con claridad y coraje. Cuando los enemigos de la fe tomaron el control, no huyó. Rezaba, enseñaba, resistía. Murió. Lo asesinaron.

Y dos generaciones después, su nieto trabajó al servicio de gobiernos que encarnaron culturalmente lo mismo que los milicianos: desprecio por la religión, relativismo moral, negación del derecho natural, ofensiva contra la memoria verdadera. Ya no hay pistolas, pero sí leyes. Ya no hay checas, pero sí parlamentos. Y ahora los descendientes de los que mataron a Francisco Martínez escriben tuits de homenaje a su nieto, con lágrimas y elogios. Y lo trágico es que él también acabó creyendo lo que ellos creen.

Una transformación cultural dolorosa

Hoy el aparato socialista aplaude a José Enrique Serrano precisamente porque no fue como su abuelo.

Y no es solo una tragedia personal. Es una tragedia nacional. España ha pasado de sembrar mártires a producir tecnócratas. De formar hombres que morían con el rosario en la mano a fabricar generaciones que prefieren morir socialmente antes que recordar lo que defendieron sus abuelos.

Una historia de ruptura

La historia de Francisco Martínez y José Enrique Serrano es la historia de lo que ha fallado en España durante las últimas décadas. José Enrique representa a casi toda una generación.