La reciente designación del cardenal Robert McElroy para liderar la archidiócesis de Washington, ha generado un profundo malestar entre numerosos fieles diocesanos.
Como siempre, el único que en Estados Unidos se ha atrevido a denunciar esto ha sido el Obispo emérito de Tyler, Joseph E. Strickland, quien ha expresado su profunda preocupación por esta decisión, argumentando que plantea serias cuestiones morales y pastorales.
En un comunicado oficial publicado en su cuenta personal de Facebook, Strickland destacó que los fieles tienen derecho a exigir responsabilidad y transparencia de sus líderes eclesiásticos, especialmente en un contexto en el que la confianza en la jerarquía ha sido gravemente afectada por escándalos de abuso y encubrimiento. Según el obispo, el nombramiento de un prelado con antecedentes cuestionables en estas áreas podría agravar la crisis de confianza dentro de la Iglesia.
Strickland señaló que la Iglesia necesita sanar y mantenerse firme en su testimonio de Cristo, y que decisiones como esta solo contribuyen a la erosión de la confianza en la jerarquía eclesiástica. “La designación de cualquier prelado con antecedentes de fallos en estas áreas—particularmente en una de las sedes más influyentes del país—corre el riesgo de erosionar aún más la confianza en un momento en que la Iglesia necesita desesperadamente sanar”, expresó.
El obispo también enfatizó que los pastores de la Iglesia deben guiar con un compromiso inquebrantable con las enseñanzas de Cristo, protegiendo a los inocentes, preservando la fe y resistiendo presiones políticas que contradigan el Evangelio. “Cualquier obispo o cardenal que haya permitido abusos, minimizado su gravedad o fallado en actuar con decisión para proteger a las víctimas debe rendir cuentas, no ser elevado a posiciones de mayor autoridad”, afirmó.
Asimismo, Strickland instó a la Santa Sede a reconsiderar el nombramiento de McElroy, recordando que aquellos en la sucesión apostólica tienen una grave responsabilidad ante Dios y los fieles. También hizo un llamado a sus compañeros obispos a defender la verdad sin importar el costo, enfatizando que no deben permanecer en silencio cuando la justicia y el bienestar de las almas están en juego.