El obispo de Ciudad Real pide a las familias cristianas que favorezcan «que alguno de sus hijos se planteen la vocación sacerdotal»

El obispo de Ciudad Real pide a las familias cristianas que favorezcan «que alguno de sus hijos se planteen la vocación sacerdotal»

El obispo de Ciudad Real, monseñor Gerardo Melgar está preocupado por las vocaciones sacerdotales tal y como se atisba en sus dos últimas cartas dominicales.

Gerardo Melgar pide en su última carta pastoral que todas las familias cristianas son responsables de contribuir a que aumenten las vocaciones sacerdotales. El prelado asegura que las familias cristianas «deben animar y favorecer que alguno de sus hijos se planteen la vocación sacerdotal, como un camino por el que Dios sigue llamando hoy y en el que pueden ser más felices que por otros distintos, aunque tengan más prestigio y más rentabilidad material».

«Hasta hace no tanto tiempo, las familias cristianas tenían a gala y era para ellos un orgullo sano el tener en la familia un hijo sacerdote», escribe el obispo. Además, lamenta que «hoy nos encontramos que, para muchas familias cristianas, cuando entre los hijos hay uno que se plantea la vocación sacerdotal, cuando se lo comunica a sus padres, en vez de ser una alegría para ellos y encontrar en los mismos apoyo y ánimo para seguir adelante en dicho planteamiento, los padres lo consideran una desgracia y hacen todo lo posible por desanimarlos, planteándoles la vida desde otros criterios de prestigio, materialismo y comodidad, por los que se rige la sociedad actual, en vez de ayudarlos a dar una respuesta generosa a lo que Dios les puede estar pidiendo».

Gerardo Melgar asegura que «esta poca acogida de la vocación sacerdotal que existe hoy en la mayoría de las familias cristianas, nos hace plantear la necesidad de aceptar abiertamente un hecho real que está sucediendo en las mismas: no se está viviendo ni valorando la fe en las familias cristianas; nuestras familias se han descristianizado y viven la realidad de las mismas al margen de Dios y de la misma fe.»

«Por ello se hace necesario y urgente, como hace tiempo llevamos planteando en la diócesis, la necesidad de cultivar y cuidar la familia, para que sea de verdad una familia cristiana, porque viviendo con indiferencia la fe o sin ella o al margen de ella, no puede transmitirse la fe de padres a hijos», agrega el obispo.

El obispo hace un llamamiento «urgente» a que cada familia «se pare a revisar la importancia que está dando a Dios y a la fe en su vida, y cómo está cumpliendo con los compromisos que adquirieron el día del bautismo de educar a los hijos en la fe para que llegaran a ser auténticos seguidores de Jesús».

Monseñor Gerardo Melgar explica que «solo desde esta fe y desde esta educación en la fe, es desde donde se puede descubrir que Dios puede llamar a los hijos o a alguno de ellos por el camino del sacerdocio. Si la familia es indiferente a Dios y a la fe y esta no se transmite, es muy posible que en vez de ayudar a plantearse la vocación sacerdotal, y el joven pueda ser llamado en esa familia al sacerdocio, no encuentre ningún apoyo ni sensibilidad para descubrirla ni por parte del joven ni por parte de los padres, ni de ningún miembro de la familia que se llama cristiana».

El obispo de Ciudad Real señala que estos jóvenes que se sienten llamados por Dios al sacerdocio pero no encuentran apoyo en sus familias, lo pueden encontrar en «el grupo juvenil en el que participan; por el testimonio del sacerdote con el que tratan y en el que encuentran ayuda y disposición para ayudarlos; por las necesidades que tienen hoy las personas de que alguien les hable de Dios y de la necesidad de valorar a Dios en su vida; por el mensaje atrayente de Jesús que ellos han descubierto y tratan de vivir».

«Estos jóvenes deben de ser valientes, no sentir miedo ante una sociedad que va por otros caminos, sino descubrir que esta sociedad, aunque no quiera admitirlo, necesita a Dios y la fe en Él para encontrar sentido a la vida y descubrir la necesidad de que alguien tiene que ayudarlos a conseguirlo y ese alguien puede ser él», añade el obispo en su misiva.

Por último, el prelado anima a esos jóvenes a que sean valientes y disciernan «cual puede ser el camino por el que Dios te está llamando y respóndele generosamente: Aquí estoy, Señor, cuenta conmigo.»

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