Francisco insiste en que con el diablo ni se discute, ni se dialoga ni se negocia

Francisco insiste en que con el diablo ni se discute, ni se dialoga ni se negocia

Recuperado del fuerte catarro que le obligó a reducir su agenda la semana pasada, Francisco salió al balcón de San Pedro, como cada domingo, para rezar el ángelus.

«El Evangelio de este primer Domingo de Cuaresma nos presenta a Jesús en el desierto tentado por el diablo (cfr. Mt 4,1-11). Diablo significa “el que divide”. El diablo siempre quiere crear división, y eso es lo que se propone también tentando a Jesús. Veamos entonces de quién quiere dividir el diablo a Jesús, y de qué modo lo tienta», comenzó diciendo el Pontífice.

El Papa afirmó que «Jesús mismo dirá que ha venido al mundo a hacernos partícipes de la unidad que existe entre Él y el Padre (cfr. Jn 17,11). El diablo, en cambio, hace lo contrario: entra en escena para dividir a Jesús del Padre y apartarlo de su misión de unidad para nosotros. Divide siempre».

El Santo Padre repasó el modo que emplea el diablo para dividir. «El diablo quiere aprovechar la condición humana de Jesús, que se encuentra débil porque ha ayunado durante cuarenta días y tiene hambre (cfr. Mt 4,2). El maligno intenta entonces instilar en Él tres “venenos” potentes con el fin de paralizar su misión de unidad. Y estos venenos son el apego, la desconfianza y el poder», agregó el Pontífice.

«Ante todo, el veneno del apego a las cosas, el apego a las necesidades; mediante razonamientos persuasivos, el diablo trata de sugestionar a Jesús: “Tienes hambre, ¿por qué tienes que ayunar? Escucha tu necesidad, satisfácela, tienes derecho y tienes también poder para ello: transforma las piedras en pan”. Después, el segundo veneno, la desconfianza: “¿Estás seguro de que el Padre quiere tu bien? —insinúa el maligno—. ¡Ponlo a prueba, chantajéalo! Tírate desde el punto más alto del templo y haz que haga lo que tú quieres”. Por último, el poder: “¡No necesitas a tu Padre! ¿Por qué esperar sus dones? ¡Sigue los criterios del mundo, logra todo tú solo y serás poderoso!”, añadió el Papa.

El Papa Francisco subrayó que «nosotros vivimos estas tres tentaciones, siempre. Es terrible. Pero es así también para nosotros: el apego a las cosas, la desconfianza y la sed de poder son tres tentaciones frecuentes y peligrosas que el diablo emplea con el fin de dividirnos del Padre y hacer que ya no nos sintamos hermanos y hermanas entre nosotros; las usa para llevarnos a la soledad y a la desesperación. ¡Esto es lo que quiere hacer el diablo, esto es lo que quiere hacernos a nosotros: llevarnos a la desesperación!»

El Obispo de Roma, señaló que «Jesús vence las tentaciones. ¿Y cómo las vence? Evitando discutir con el diablo y respondiendo con la Palabra de Dios. Esto es importante: con el diablo no se discute, con el diablo no se dialoga. Jesús le hace frente con la Palabra de Dios. No dialoga nunca con el diablo, no negocia con él, sino que rechaza sus insinuaciones con las Palabras benéficas de las Escrituras».

El Sucesor de Pedro insistió en que «con el diablo no se discute, no se negocia, no se dialoga; no se le vence tratando con él, es más fuerte que nosotros. Al diablo se le vence oponiéndole con fe la Palabra divina. Jesús nos enseña a defender de este modo la unidad con Dios y entre nosotros de los ataques del que divide. La Palabra divina es la respuesta de Jesús a las tentaciones del diablo».

«Por ello, preguntémonos: ¿qué lugar tiene en mi vida la Palabra de Dios? ¿Recurro a la Palabra de Dios en mis luchas espirituales? Si tengo un vicio o una tentación que se repite, ¿por qué no busco, haciendo que me ayuden, un versículo de la Palabra de Dios que responda a ese vicio? Luego, cuando llegue la tentación, lo recito, lo rezo confiando en la gracia de Cristo. Probemos, nos ayudará en las tentaciones, nos ayudará mucho, porque, entre las voces que se agitan dentro de nosotros, resonará la voz benéfica de la Palabra de Dios. Que María, que ha acogido la Palabra de Dios y con su humildad ha derrotado la soberbia del que divide, nos acompañe en la lucha espiritual de la Cuaresma», concluyó el Papa antes del rezo del ángelus.

Tierra Santa, Burkina Faso, naufragio, Ucrania

Tras el rezo de la oración mariana, el Papa lamentó que «una vez más llegan noticias dolorosas desde Tierra Santa: tantas personas muertas, también niños… ¿Cómo detener esta espiral de violencia? Renuevo el llamamiento a actuar de modo que el diálogo prevalezca sobre el odio y sobre la venganza, y rezo a Dios por los palestinos y los israelíes, para que encuentren el camino de la fraternidad y de la paz, con la ayuda de la comunidad internacional».

El Santo Padre dijo también estar «muy preocupado por la situación en Burkina Faso, donde continúan los ataques terroristas. Invito a rezar por la población de ese querido país, para que las violencias sufridas no hagan que pierda la confianza en el camino de la democracia, de la justicia y de la paz».

Además, tuvo palabras para el naufragio ocurrido en la costa calabresa, cerca de Crotone. «Ya se han recuperado cuarenta muertos, entre ellos muchos niños. Rezo por cada uno de ellos, por los desaparecidos y por los migrantes supervivientes. Doy las gracias a cuantos los han socorrido y a quienes los están acogiendo. Que la Virgen sostenga a estos hermanos y hermanas nuestros».

Por otro lado, el Papa pidió no olvidar «la tragedia de la guerra en Ucrania, ya se ha cumplido un año de guerra. Y tampoco olvidemos el dolor de los pueblos sirio y turco, ocasionado por el terremoto».

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