(Leone Grotti en Tempi)-Sebastien Lai ha recogido en Milán el premio Bruno Leoni en nombre del magnate editorial encarcelado en diciembre de 2020. En una entrevista con Tempi ha declarado: «Es un perseguido político. La situación en Hong Kong da miedo».
«He tenido suerte». Es difícil creer las palabras de Sebastien Lai, de 28 años, hijo del magnate editorial chino Jimmy Lai. El editor del Apple Daily, el principal periódico prodemocrático de Hong Kong, que la autoridades cerraron en junio de 2021, es objeto de una persecución política por parte del régimen comunista y está en prisión desde diciembre de 2020. «Si unos días antes de la detención de mi padre no me hubiera trasladado a Taipei por motivos de trabajo, probablemente también me habrían detenido». Hace dos años que Sebastien no puede volver a casa, pero ha viajado por todo el mundo para mantener la atención de la opinión pública sobre Hong Kong y sobre la suerte de su padre que, a sus 75 años (los cumplirá el 8 de diciembre), sigue enfrentándose al más duro de los juicios, que podría valerle incluso la cadena perpetua. Nos reunimos con Sebastien en Milán, donde ha recogido, en nombre de su padre, el premio Bruno Leoni, del homónimo laboratorio de ideas fundado por Alberto Mingardi.
– Jimmy Lai lleva ya dos años en prisión. ¿Cuál es su estado?
Psicológicamente es duro, pero su salud es buena. Ha tenido COVID, ha perdido algo de peso pero está bien: hace ejercicio, escribe y lee mucho.
– Jimmy Lai ya ha sido condenado en tres juicios distintos por manifestarse a favor de la democracia y por participar en una vigilia en recuerdo de la masacre de la plaza de Tiananmen de 1989. Un tribunal lo juzgó la semana pasada, por motivos irrisorios, por fraude. Pero también se le acusa de sedición y connivencia con fuerzas extranjeras, un delito que, según la draconiana ley de seguridad nacional, podría costarle la cadena perpetua. ¿Cómo define este uso anormal de la ley contra su padre?
Es una farsa, una distorsión del sistema legal de la ciudad. Se trata de juicios políticos y de un uso perverso de la ley que no tiene precedentes en Hong Kong. El objetivo del gobierno es mantenerlo en la cárcel por cualquier medio. Se trata claramente de una persecución política, llevada a cabo desafiando el Estado de Derecho.
– ¿Se siguen respetando los derechos civiles en Hong Kong?
La libertad de prensa, al menos en lo que respecta a los periódicos locales, ya no existe. Desde la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Nacional, Hong Kong se parece cada vez más a la China continental. Solo hay que ver el destino que se ha reservado a los manifestantes democráticos. La situación da miedo.
– A pesar de ser un rico empresario, Jimmy Lai nunca ha querido llegar a un acuerdo con el gobierno comunista de China para mejorar los negocios. En una entrevista que concedió a Tempi dos meses antes de su detención explicó la razón: «¡No quiero que mis hijos piensen que soy ruin!». ¿Qué ha aprendido de él?
Admiro mucho a mi padre. Todos, tarde o temprano, nos enfrentamos a situaciones en las que tenemos que decidir si defendemos o no lo que creemos. Quiso hacerlo hasta el final, demostrando que no hace falta nada especial, solo un corazón fuerte. Al hacerlo, se ha convertido en un ejemplo para todos, incluido yo, por supuesto.
– No le faltaban los medios para salir de Hong Kong. ¿Por qué decidió quedarse en la ciudad?
Sabía que estaba en peligro, sabía que podía acabar en la cárcel, pero quería defender a una ciudad que le había dado tanto y le había permitido convertirse en lo que es ahora. Seamos sinceros: mi padre es muy rico, podría haberse ido y vivir muy bien en el extranjero. Pero su gratitud hacia Hong Kong y su gente le llevó a quedarse.
– Su padre se convirtió y se bautizó en 1997. ¿Qué relación existe entre su fe católica y su tenaz lucha por la libertad y la democracia en Hong Kong?
Van de la mano, sin la primera no podría existir la segunda. Los principios que defiende son una emanación directa de su fe. Y por su fe está pagando más de lo que se pueda creer: si no fuera católico, no le habrían dado tantos años de cárcel. Sin embargo, sabe que está haciendo lo correcto y por ello su corazón está en paz. No solo: sigue preocupándose por los que están fuera de la cárcel, a pesar de su situación.
– Jimmy Lai ha sido un gran amigo del cardenal Joseph Zen durante décadas, que también está siendo juzgado. ¿Por qué cree que el régimen lo tiene en su punto de mira?
El cardenal es un gran amigo de nuestra familia y siempre ha sido un punto de referencia para mi padre. Persiguen al cardenal Zen para enviar un mensaje a toda la ciudad: no importa quién seas, no importa lo relevante o popular que seas, puedes ser golpeado. Zen tiene 90 años, procesarlo es absurdo, pero es la nueva normalidad en Hong Kong.
– ¿Llegará el gobierno a eliminar la libertad religiosa?
No lo creo, entre otras cosas porque Hong Kong sigue siendo un importante centro financiero internacional para Pekín. Pero intentará hacer algo mucho peor: corromper las religiones, como en la China continental. Por eso el régimen se ha hecho cargo del sistema educativo. Quiere vaciar la fe desde dentro y eso da mucho más miedo.
– Usted ya ha recogido varios premios en nombre de su padre. ¿Qué importancia tiene para usted y su familia la decisión del Instituto Bruno Leoni de otorgarle el premio a Jimmy Lai?
Es fundamental. Hablando en mi nombre, pero también en el de mi padre y mi familia, estoy muy contento, agradecido y también emocionado por este reconocimiento. Premios como este ayudan a mantener el foco en mi padre y en la situación de Hong Kong. La primera ayuda para nosotros es no olvidar lo que está sucediendo.
Publicado por Leone Grotti en Tempi
Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana