Sobre Abascal, Elizalde y la autoproyección de los obispos

Sobre Abascal, Elizalde y la autoproyección de los obispos

El obispo de Vitoria y su fantasía sobre Abascal

Hay obispos que hablan como si vivieran en un plató de Ferreras. Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria, se ha permitido declarar en Radio Euskadi que Santiago Abascal se habría “arrepentido” de sus palabras contra los obispos. ¿Y cómo lo sabe? Fácil: porque según su lógica clerical, todo político católico mide cada palabra en función de votos, encuestas y casillas de la renta.

Elizalde no concibe que alguien pueda hablar libremente contra los obispos sin calcular si pierde electores. No se le ocurre que quizá Abascal dijo lo que piensa y punto. Pero en la mente de ciertos prelados, todo gira en torno al poder y al dinero: votos o X en la declaración de la renta. Es su universo, y lo proyectan sobre los demás.

La inmobiliaria episcopal

Todavía más revelador es lo otro que desliza sin despeinarse: la preferencia de la Iglesia vasca por alquilar pisos vacíos de la diócesis y de órdenes religiosas para alojar menas, siempre, por supuesto, pagados con dinero público.

No es caridad, es negocio asistencial. Una versión actualizada de aquella vieja costumbre clerical de arrendar heredades a los señores feudales, ahora con pisos urbanos financiados por las administraciones. “Queremos centros pequeños”, viene a decir Elizalde; es decir: repartidos, discretos, gestionados por la Iglesia… pero a cargo del contribuyente.

Sin rastro de vergüenza

Mientras tanto, el obispo se presenta como defensor de los pobres, adalid de la acogida y predicador de derechos humanos. Pero tras la palabrería buenista se esconde un cálculo tan frío como el que atribuye a VOX: ingresos asegurados a costa de los fieles y de la Hacienda pública.

Elizalde reprocha a Abascal una supuesta obsesión por los votos. Lo irónico es que, en el fondo, el único que no habla en clave evangélica es él mismo, incapaz de concebir un discurso que no esté atravesado por intereses terrenales: votos, subvenciones y pisos alquilados.

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