Padre Romanelli: la oración es el último refugio de los cristianos en Gaza

Padre Romanelli en Gaza con rosario en mano, símbolo de fe y oración

El padre Gabriel Romanelli, párroco argentino de la Iglesia de la Sagrada Familia en Gaza, ha descrito con crudeza la situación extrema que enfrenta la comunidad cristiana en el enclave palestino. En una entrevista concedida a Vatican News, el sacerdote advierte que la resistencia espiritual y física de los fieles está al límite. Lo único que les permite mantenerse unidos es la fuerza de la oración.

Una bolsa de la compra impagable y casi inexistente

Los relatos del padre Romanelli desvelan una realidad desgarradora: conseguir alimentos en Gaza es prácticamente imposible. Los precios son desorbitados y los productos básicos escasos. «La harina cuesta 18 euros el kilo, los tomates 23, una cebolla entre 12 y 15, el azúcar al menos 100 y el café no baja de 250 euros el kilo», explica. Sin embargo, añade con amargura: «Antes de pagar estas cosas, hay que encontrarlas, y casi siempre es imposible».

Las pocas verduras disponibles provienen de improvisados huertos de guerra, pero la mayoría de los agricultores y vecinos han huido hacia el sur de la Franja. Las ayudas almacenadas durante la tregua permitieron sobrevivir unos meses y asistir incluso a familias musulmanas, pero desde el bloqueo impuesto el 3 de marzo, no ha llegado más ayuda. Los alimentos restantes han tenido que ser racionados y restringidos únicamente a los miembros de la parroquia.

Atrapados entre ruinas y bombas

La parroquia de la Sagrada Familia se ha convertido en refugio de una comunidad cada vez más diezmada. De los 1.017 cristianos que vivían en Gaza antes del 7 de octubre, solo quedan unos 500 refugiados en las instalaciones parroquiales. Alrededor de 300 lograron huir por el paso de Rafah cuando aún estaba abierto. Otros no tuvieron esa suerte: 54 han muerto, 16 de ellos en el ataque a la iglesia ortodoxa de San Porfirio, y muchos más por enfermedades sin tratamiento.

El padre Romanelli recuerda con tristeza nombres concretos: Elham Farah, una anciana música asesinada; Nahida y Samar, madre e hija muertas en la puerta de la iglesia. «A nuestro alrededor solo hay muerte y destrucción», afirma. «Día y noche nos acompaña el ruido de las bombas. Tras 21 meses, los horribles sonidos de las explosiones se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana».

Sobrevivir gracias a la oración

Frente a la violencia y el abandono, el padre Romanelli destaca la centralidad de la oración como sustento espiritual: «Lo único que nos mantiene unidos y con esperanza es la oración. Sin ella, no habríamos llegado hasta hoy». Añade que también han sido vitales las llamadas del Papa Francisco, los artículos que los jóvenes de la parroquia logran enviar al mundo y el saber que millones de cristianos rezan por ellos. «Contamos con ustedes», afirma con voz esperanzada.

La parroquia resiste como puede. Medio millar de cristianos, junto a 50 discapacitados y niños enfermos cuidados por las hermanas de la Madre Teresa, sobreviven en un espacio cada vez más precario. «Sentimos que nos hemos quedado casi solos en esta zona», repite el sacerdote, haciendo un llamado al mundo cristiano a no olvidar a esta pequeña comunidad que, entre ruinas y oscuridad, mantiene viva la luz de la fe.