El Papa desde Papúa Nueva Guinea: «Si un consagrado, sacerdote u obispo no son cercanos, compasivos y tiernos, no tienen el Espíritu de Jesús»

El Papa desde Papúa Nueva Guinea: «Si un consagrado, sacerdote u obispo no son cercanos, compasivos y tiernos, no tienen el Espíritu de Jesús»

El Papa Francisco dirigió un discurso a los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y catequistas reunidos en el Santuario María Auxiliadora en Port Moresby, animándolos a adoptar el estilo de Dios caracterizado por la cercanía, la compasión y la ternura. Subrayó que aquellos que no demuestran estas cualidades «no tienen el Espíritu de Jesús».

El Pontífice recordó la historia del santuario, dedicado a María Auxiliadora, conocida también como María Helpim por los fieles locales. Mencionó la promesa de la Virgen a San Juan Bosco en 1844 para construir una iglesia en su honor en Turín: «Aquí está mi casa, desde aquí saldrá mi gloria», asegurándole que las gracias abundantes seguirían a su valentía de empezar. Francisco señaló cómo esta promesa se ha materializado en una iglesia que se ha convertido en un centro de evangelización y caridad.

Durante su intervención, el Papa destacó tres aspectos del camino cristiano y misionero: la valentía de empezar, la belleza de existir y la esperanza de crecer. Expresó cómo los primeros misioneros en Papúa Nueva Guinea enfrentaron desafíos significativos, incluyendo fracasos iniciales, pero persistieron con fe y celo apostólico, llevando el Evangelio a pesar de las dificultades.

El Papa reconoció la labor de numerosos santos y beatos, como Pedro Chanel, Juan Mazzucconi, y Pedro To Rot, entre otros, cuya tenacidad y espíritu de sacrificio han sido fundamentales en la expansión del cristianismo en Papúa Nueva Guinea. Afirmó que, gracias a ellos, la Iglesia sigue adelante «sin miedo, sabiendo que no estamos solos».

Evangelizar en las periferias

Francisco exhortó a los presentes a dirigir su misión hacia las periferias y las personas más desfavorecidas. Habló de la importancia de acercarse a aquellos marginados o heridos por los prejuicios y las supersticiones, subrayando que la Iglesia debe estar cercana a estos hermanos y hermanas porque en ellos Jesús está presente de manera especial.

Reflexionando sobre cómo transmitir el entusiasmo de la misión a los jóvenes, el Papa destacó que no hay técnicas específicas, pero sí la necesidad de compartir la alegría de ser Iglesia y vivir como una comunidad acogedora y unida. Resaltó que la belleza de existir no reside en los grandes logros, sino en la fidelidad y el amor diario con que los consagrados se esfuerzan por crecer juntos.

La esperanza de crecer

Finalmente, el Santo Padre animó a la Iglesia papuana a tener confianza en la fecundidad de su apostolado. Comparó las acciones misioneras con pequeñas semillas de bien que, aunque parezcan minúsculas, pueden dar fruto abundante por la gracia de Dios. Francisco recordó que el crecimiento del Reino de Dios no depende solo de los esfuerzos humanos, sino que es una obra del Señor.

Concluyó su mensaje instando a los presentes a no desanimarse ante las dificultades, y a continuar su misión con valentía, belleza y esperanza, incluso en los entornos más desafiantes, como puede ser dentro de la propia familia. Les exhortó a ser testigos persistentes de la fe y la caridad en sus comunidades.

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