El Papa Francisco inauguró su 45º Viaje Apostólico a Asia y Oceanía con un discurso enfocado en la convivencia pacífica y el respeto mutuo entre las diversas culturas, lenguas, etnias y religiones que coexisten en Indonesia.
En su intervención, destacó que, al igual que «el océano es el elemento natural que une a todas las islas indonesias», el «respeto mutuo de las particularidades» es lo que permite que «el pueblo indonesio se mantenga unido y se sienta orgulloso».
El evento tuvo lugar en Yakarta, donde cerca de 300 personas, incluyendo autoridades políticas y religiosas, el Cuerpo Diplomático, empresarios y representantes de la sociedad civil y cultural, asistieron al acto inaugural. Antes de su discurso, el Papa fue recibido en el Palacio Presidencial Istana Merdeka por el presidente Joko Widodo, con quien compartió una ceremonia oficial que incluyó danzas tradicionales interpretadas por niños y los himnos nacionales de Indonesia y el Vaticano. Posteriormente, ambos líderes mantuvieron un encuentro privado en la Sala de Credenciales, antes de que el Pontífice se dirigiera a los asistentes en el cercano Palacio de Istana Negara.
Durante su discurso, Francisco resaltó el lema nacional de Indonesia, «Bhinneka tunggal ika», que significa «Unidad en la diversidad». Describió al país como un «magnífico mosaico» en el que cada pieza contribuye a formar «una obra original y preciosa». El Papa subrayó la importancia de la armonía basada en el respeto a las diferencias, y cómo la cooperación entre etnias y confesiones religiosas puede servir al bien común, evitando la polarización y fomentando la colaboración.
Francisco también advirtió sobre la necesidad de defender continuamente este equilibrio delicado entre la diversidad cultural, las ideologías y los principios de unidad, especialmente a través de políticas que promuevan la equidad, los derechos fundamentales, el desarrollo sostenible y la paz.
En un país de mayoría musulmana, Francisco expresó el deseo de la Iglesia católica de incrementar el diálogo interreligioso para fomentar la paz y superar los desequilibrios y la pobreza persistente en algunas regiones. Insistió en que eliminar los prejuicios y fomentar el respeto mutuo son esenciales para combatir la intolerancia y el extremismo, que tergiversan la religión para justificar la violencia.
El Papa se refirió a la Constitución de Indonesia de 1945 y a la Ley Fundamental, que reconocen la necesidad de la bendición divina para la nación. Observó que principios como la unidad en la diversidad y la justicia social son fundamentales para la construcción del país, pero advirtió sobre los obstáculos que enfrenta la fraternidad, como los conflictos violentos derivados de la falta de respeto y el deseo intolerante de imponer visiones particulares.
Finalmente, Francisco lamentó que a pesar de las declaraciones políticas, falta un compromiso efectivo para alcanzar la justicia social. Reiteró la importancia de una fe en Dios que no sea manipulada para dividir, sino que promueva la paz, la comunión y la colaboración.
Concluyendo su discurso, el Papa expresó su deseo de que todos los indonesios se inspiren en estos principios en su vida diaria y en el desempeño de sus responsabilidades, y bendijo al pueblo indonesio con palabras de esperanza: «Que Dios bendiga a Indonesia con la paz, para un futuro lleno de esperanza. ¡Y que Dios los bendiga a todos!»