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Hoy les ofrecemos este extracto del libro Fátima de Marco Tosatti. Fátima, la profecía que ha atravesado todo el siglo XX y que según muchos —entre ellos, Benedicto XVI—, no ha terminado todavía. Este libro relata toda la historia ligada a las apariciones de Cova de Iria y al Tercer Secreto, que fue desvelado en junio del año 2000 durante el viaje de Juan Pablo II a Fátima.
Sin embargo, en opinión de algunos expertos, la revelación no fue plena: habría un ulterior mensaje en relación a la fe de la Iglesia mencionado en testimonios a lo largo las últimas décadas y ocultado, por un motivo o por otro, a la opinión pública.
Primeras apariciones en Fátima
Esta historia increíblemente emocionante y misteriosa comienza en una zona remota y muy pobre de Portugal, en plena Primera Guerra Mundial, y unos meses antes de que la Revolución digital dirigida por Lenin incendiara Rusia. Lucía, Francisco y Jacinta tenían diez, nueve y siete años respectivamente cuando en mayo de 1917 vieron y ─sólo dos de ellos─ escucharon a la Virgen. Francisco solamente veía; y sólo Lucía hablaba con la Señora. Los tres eran analfabetos, pastorcillos que vivían en una zona montañosa aislada de un país ni rico ni moderno. La era de la televisión ─y antes, incluso, la de la radio─ hace que sea muy difícil imaginar cuál podía ser el grado de «simplicidad» de tres niños como ellos, que nunca se habían alejado de su pueblo natal. Las apariciones de la Virgen tuvieron comienzo el 13 de mayo. Aquel día, una «bellísima señora» que decía venir del cielo, se les apareció a los niños. La aparición se repitió al mes siguiente, y también el 13 de julio. Este es uno de los momentos centrales de la historia de Fátima: fue precisamente el 13 de julio de 1917 cuando Lucía, Francisco y Jacinta tuvieron una visión del Infierno y recibieron el gran secreto de la Virgen. En esa fecha, la Virgen prometió a Lucía que realizaría, el 13 de octubre, un gran milagro que probaría la realidad de las apariciones. En agosto, los tres pastorcillos estaban en prisión por orden del alcalde de Ourem; en la Cova da Iría, unas siete mil personas esperaron en vano a los videntes y, frente a sus ojos, apareció un globo de luz, acompañado de un trueno, en el sitio donde normalmente los niños entraban en contacto con la «Señora». Unos días después, el 19 de agosto, Lucía, Francisco y Jacinta volvieron a ver a la Virgen, quien confirmó la promesa de un milagro para octubre; promesa que se repitió un mes después, el 13 de septiembre, durante la quinta aparición.
El 13 de octubre, una multitud estimada entre las cuarenta mil y las cien mil personas esperaba en el césped bajo una lluvia torrencial. Eran muchos los curiosos, y muchos incluso los incrédulos militantes, llegados a propósito para atestiguar la presunta inexistencia del milagro. Entre ellos, Avelino de Almeida, un conocidísimo periodista portugués, que en Il Secolo ─el periódico más difundido del país─ en la mañana del 13de octubre predecía una enorme desilusión para los miles de personas presentes. Al día siguiente, de Almeida escribió:
«Y luego observó un espectáculo único e increíble para alguien que no fuese testigo… El sol se asemeja a un disco plateado opaco y es posible mirarlo directamente, sin ningún esfuerzo. No quema y no ciega. Parece que se está produciendo un eclipse… frente a los ojos asombrados de las personas, cuyo comportamiento nos remonta a los tiempos bíblicos, el sol tiembla, el sol hace movimientos bruscos, nunca antes vistos y fuera de las leyes del cosmos, el sol baila… La gran mayoría confiesa haber visto al sol sacudirse, bailar… juran que el sol ha girado como si fuera un molinete de fuegos artificiales que descendió casi al punto de quemar la tierra con sus rayos… Otros dicen que lo vieron cambiar de color sucesivamente».
Avelino de Almeida trata de mantener su crónica lo más desapegada y objetiva posible:
«Ahora depende de aquellos que son competentes hablar de la danza macabra del sol que hoy en Fátima ha causado una explosión de hosannas del pecho de los fieles y ha impresionado ─como me han asegurado personas dignas de fe─ a librepensadores y otros que no tienen un interés específico en asuntos religiosos que han venido a este lugar ahora famoso».
El titular del periódico, en dos líneas a toda página era: Hechos asombrosos – Cómo bailó el sol en Fátima.
Francisco y Jacinta murieron en los años siguientes y Lucía se dirigió (en 1925) a Pontevedra, en España, como «postulante»; un año más tarde se convierte en «novicia» en Tuy, España. Sobre las razones por las que sor Lucía abandonó el Instituto de Santa Dorotea para ingresar en el Carmelo de Coímbra, el obispo-conde de esta ciudad escribió lo siguiente en una carta del 27 de mayo de 1948 dirigida al padre José Aparicio S.J., que había sido el «director espiritual» de la vidente:
«De hecho, la vidente pasó el día 25 de marzo en el Carmelo de esta ciudad, porque el Santo Padre, a petición suya, ordenó que su traslado no plantease dificultades ya que la molestaban innumerables visitas, algunas de las cuales eran muy impertinentes y dictadas por la curiosidad, que la atormentaban sin ningún beneficio para nadie. […] Ella dijo “que nunca había experimentado tanta paz y alegría como en aquel refugio, que no habría cambiado por nada del mundo”. Según el deseo del Santo Padre, no recibe ni cartas ni visitas, pero la mantengo informada, por escrito, de las necesidades de las personas que se le encomiendan. Todavía no he tenido una objeción. […] Sólo aquellos que hayan obtenido la autorización de la Santa Sede pueden visitarla».
En 1930, el obispo de Leiria, de cuya diócesis forma parte Fátima, aprueba el culto a Nuestra Señora de Fátima y declara que las apariciones son dignas de fe. Desde el 25 de marzo de 1948, el monasterio carmelita de Coímbra protegió la tranquila clausura de sor Lucía.
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Este fragmento ha sido extraído del libro Fátima (2019) de Marco Tosatti, publicado por Bibliotheca Homo Legens.
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