(Antonio Socci en su blog)-En Europa, la idea de anular la Navidad parece volver periódicamente. La solución más drástica fue la de la URSS que, en 1929, bajo Stalin y tras perseguir a la Iglesia por todos los medios, abolió la fiesta del nacimiento de Cristo.
En 1991 cayó el régimen comunista soviético y la bandera roja con la hoz y el martillo fue arriada del Kremlin: ocurrió el 25 de diciembre, día de la Navidad católica. Entonces alguien comentó sarcásticamente que la URSS abolió la Natividad de Cristo, pero al final Cristo abolió la URSS en el día de su nacimiento.
Con esta historia del siglo XX a nuestras espaldas, era de esperar que nadie volviera a cultivar la idea de hacer la guerra a las raíces cristianas de Europa y a la Navidad en particular.
Con esta historia del siglo XX a nuestras espaldas, cabía esperar que nadie volviera a cultivar la idea de hacer la guerra a las raíces cristianas de Europa, y a la Navidad en particular.
Pero no es así. Uno recuerda lo que ocurrió hace dos años, en noviembre de 2021. La revista mensual católica Il Timone escribía: «Aunque no hayan ido tan lejos como los gobernantes de Langfang -una ciudad china de 4 millones de habitantes cuyos administradores, este año, han prohibido todo lo relacionado con la Navidad-, los spin doctors de Bruselas han elaborado un verdadero manual con el que, entre otras cosas, neutralizar la Navidad, convirtiéndola en un acontecimiento entre muchos otros, un simple ‘periodo vacacional'».
Se refería a unas directrices de la Comisión europea -de las que informaba Francesco Giubilei en il Giornale«- en las que se «indican los criterios que deben adoptar los empleados de la Comisión en la comunicación externa e interna». La Comisaria de Igualdad, Helena Dalli, explicaba en el prólogo que «debemos ofrecer siempre una comunicación inclusiva».
Entre las consecuencias surrealistas de estas directrices «en nombre de la inclusividad», escribía Giubilei, «la Comisión europea llega al extremo de cancelar la Navidad invitando a la gente a no utilizar la frase ‘el periodo navideño puede ser estresante’, sino a decir ‘el periodo vacacional puede ser estresante'».
En realidad, querían eliminar la Navidad de la comunicación oficial. Siguió la evidente polémica y la marcha atrás de la comisario Dalli. Pero como un río cárstico, la idea, que se había hundido en Bruselas, ha vuelto a surgir en Fiesole, precisamente en el Instituto Universitario Europeo (IUE), que es un organismo de estudio e investigación «financiado por la Unión europea», según leemos en la página web del mismo.
En la página web de la Comisión europea, bajo el epígrafe «Otras instituciones y agencias de la Unión europea en Italia», leemos: «Las instituciones europeas no están solo en Bruselas, lejos de los ciudadanos: las instituciones y agencias de la UE están alojadas en los países miembros. En Italia, además de la Representación de la Comisión europea, hay…».
A continuación hay una lista que incluye la Oficina de Información del Parlamento europeo, el Banco Europeo de Inversiones, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. Y luego «el Instituto Universitario Europeo de Fiesole (Florencia)», que «tiene como objetivo fomentar el avance del aprendizaje en campos de especial interés para el desarrollo europeo. El Instituto ofrece importantes programas de doctorado (economía, derecho, ciencias políticas, etc.), programas posdoctorales y másteres en Derecho, y alberga parte de los Archivos Históricos de la UE».
Hace unos días, la agenzia Sir, próxima a la Conferencia Episcopal italiana, lanzó una noticia con este titular: «Instituto Universitario Europeo: la ‘ex fiesta de Navidad’ debe perder su referencia cristiana. Se busca un nuevo nombre para el 25 de diciembre».
El lanzamiento de Sir explica: «En el prestigioso Instituto Universitario Europeo de Fiesole (EUI), el presidente ha decidido que -para cumplir con las obligaciones del ‘Plan para la Igualdad Étnica y Racial del EUI’- la ‘ex fiesta de Navidad será rebautizada, para eliminar la referencia cristiana’, se lee en una correspondencia interna de la que ha tenido conocimiento la agencia Sir. De hecho, las normas de igualdad étnica del EUI estipulan que, aunque las fiestas religiosas deben incluirse en el calendario, el lenguaje con el que se comunican debe ser ‘inclusivo’. Así que ahora se están aceptando propuestas sobre cómo cambiar el nombre de la Navidad. Una de las propuestas difundidas es ‘Fiesta de invierno’, pero se piden más propuestas».
También especifican que «los aspectos tradicionales y folclóricos pueden seguir formando parte del evento», es decir, no importa romper las bolas de abeto, basta con no hablar de Navidad y cristianismo.
La eurodiputada de la Liga Norte Susanna Ceccardi ha protestado: «Cancelar la Navidad es cancelar nuestra identidad, y me sorprende que esta propuesta venga del presidente de un instituto universitario, que además tiene su sede en una abadía, y que en cambio debería enseñarnos enérgicamente a defender y respetar nuestras tradiciones e identidad. Esta propuesta, aparentemente incongruente, responde en realidad a una ola de pensamiento políticamente correcto que pretende borrar los rasgos distintivos de nuestra civilización en nombre de un supuesto respeto por otras culturas. Pero no se puede respetar a los demás si antes no aprendemos a respetarnos a nosotros mismos».
Francesco Torselli, líder del grupo Hermanos de Italia en la región de Toscana, declaró que «dos mil años de historia cristiana no pueden cancelarse de este modo». A continuación, invitó al profesor Dehousse, responsable del EUI, a «hacer un recorrido por los maravillosos lugares que alberga la universidad, hasta llegar a Florencia», la ciudad de Dante, donde todo habla de un arte o una cultura cristiana que forjó la identidad de Europa.
No es una cuestión confesional, sino cultural.
En esa institución universitaria europea deberían leer Historia de la idea de Europa, del laico Federico Chabod: «Nosotros somos cristianos y no podemos dejar de serlo, aunque ya no sigamos las prácticas del culto, porque el cristianismo ha moldeado de forma indeleble nuestra manera de sentir y de pensar… Ni siquiera los llamados ‘librepensadores’, o los ‘anticlericales’ pueden escapar a este destino común del espíritu europeo».
Publicado por Antonio Socci en su blog
Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana